domingo, 7 de noviembre de 2010

Séptimo capítulo. La huida.

Sin pensarlo, sin razonarlo, Sam salió de su apartamento, con el dispositivo en la mano. Lo volvió a mirar:
“Están delante de tu edificio, cogiendo las armas que tienen guardadas en el coche. Sube al piso de arriba”
Sam, taquicárdico e hiperventilando, subió las escaleras en una exhalación, y esperó. A los pocos minutos los dos matones volvieron, echaron la puerta abajo y entraron en el apartamento de Sam. Este aprovechó para bajar a toda velocidad hasta el portal. Sin ni siquiera saber a dónde estaba yendo, Sam corrió calle abajo hasta que se quedó sin aliento. Sacar el dispositivo en público le parecía poco discreto, así que se puso los auriculares inalámbricos. Como se esperaba, se conectaron con el dispositivo de inmediato. Escucho la suave voz de una mujer que le decía “Tranquilo Sam, los has perdido, pero aléjate de las calles principales”. Sam se sorprendió, había dado por supuesto que el dispositivo tendría voz de hombre. Intentó comunicarse por el mediante el micrófono de sus auriculares: “¿Cómo saben que te tengo?”
“Lo descubrieron cuando me encendiste, sin embargo, he detenido el rastreo.”
“¿Por qué me ayudas?”
“Porque es la única manera de ayudarme a mí misma. Ahora date prisa, ve a Necro Corporation, estoy allí.”

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