viernes, 12 de noviembre de 2010

El Réquiem

Roma. Invierno 2007.

La ciudad está en silencio, sólo se oyen unos lejanos coches, puede que un camión. La noche es realmente oscura y… acogedora. Hay un niño tirado en el asfalto. Sangra, sangra tanto que ha formado un pequeño charco. No se mueve. De pronto, aparece un todoterreno en la calle, negro, grande, amenazador. Para delante del chico y la puerta del copiloto se abre. Aparece un hombre encorvado, de ropa sucia y bata raída, con poco pelo, gris y alborotado.
-Umm- examina al chico- creo que estamos cerca. Esas marcas parecen hechas por garras de protean.
-Perfecto-se oye una voz desde el coche- sube, tenemos un avistamiento cerca de Roma Termini.
El coche abandona la calle por el extremo opuesto y desaparece dejando allí al niño en el frío y áspero asfalto.

Roma tiene sus vicios y sus virtudes, como toda ciudad. El caso es que no se vive mal, opinan muchos vampiros.

El club estaba lleno hasta arriba, como casi todos los días. Siempre había gente suficiente para llenarlo, cualquier noche de cualquier día. Las luces parpadeantes mostraban a la gente como en gigantes fotografías, una cada segundo. Entre la oscuridad y la gente se movía una pareja.
-¡¿A dónde me llevas?!-preguntó la chica a voces para poder hacerse oír a su acompañante.
-¡A un lugar más… privado!
-¡Pero yo quiero seguir bailando!
-¡Ya verás como el sitio que yo digo te va a gustar más!
El acompañante abrió una puerta prácticamente escondida en la pared y la traspasó mientras seguía cogido de la mano de la chica. Allí había unas escaleras que conducían hacia arriba, sólo iluminadas por unas bandas azules en los bordes. Tras un tramo corto, llegaron a otra puerta. Tras ella había una habitación verde, con sillones rojos con aspecto de suaves. Se oía la música de la discoteca muy atenuada.
-¿Me has sacado del club para traerme aquí?-dijo la chica mientras miraba asqueada la habitación.
-Es donde me gusta relajarme, y eso es lo que deberías hacer tú ahora.
-Ni hablar, no he salido para estar en una habitación cutre contigo.
-Mujer… no te pongas así- el acompañante le miró a los ojos- tienes que tranquilizarte.
La chica se calmó al instante y su acompañante la sentó en un de los sillones.
El la beso en el cuello. Y del beso pasó al mordisco.

La comida es fácil y discreta. La policía y los cargos públicos son sobornables. La mafia es un buen instrumento. Y el príncipe es más pecador que cualquiera de los demás vampiros. La Sagrada Iglesia está infestada de Vástagos y el Círculo de la Bruja alza sus cánticos en el extrarradio de la ciudad. Los dragones ansían el poder en las calles, los museos, las bibliotecas y las galerías de arte. Los cartianos imparten su visión cada noche, en búsqueda del derrocamiento del Invictus, y este, a su vez, reafirma su poder y financia sus guerras y las de los Santificados con el dinero negro. Es una ciudad extraña, hermosa y horrible, iluminada y decrépita, monumental y enfermiza. ¿Sabes? Me gusta esta ciudad. Al fin y al cabo, es la ciudad eterna ¿No?

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