Un personaje vestido completamente de negro atravesó la calle rápidamente. Debía darse prisa si no quería llegar tarde al Teatro dell’Opera, hoy actuaba una de las mejores sopranos de toda la historia: Mirella Freni. Era un vástago, como ella, y admiraba su voz, le hacía sentirse bien en esta eternidad de aburrimiento. Maldecía la condena, pero a la vez le gustaba. Le encantaba dedicarse a todo lo que le gustaba cuando estaba viva: la ópera, el teatro, la música. No tenía que trabajar ni que preocuparse por nada, ¿nada? Llegaba un poco tarde, eso es motivo de preocupación. Pero no era culpa suya, sino del inútil de su chofer, que se había puesto enfermo ese día y no podía llevarla. Su abrigo negro ondeaba debido al paso rápido. Los zapatos de tacón resonaban por la calle y el aire frío acariciaba su vestido y su collar de plata. Pasó delante de un escaparate en la via Cernaia, estaba ya muy cerca de la ópera. Pasó delante de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, y pasó algo que nunca había visto antes. Si no fuera porque lo creía imposible, vio un ángel. Lo vio ascender desde la basílica hacia el cielo nocturno para después desaparecer. Su visión causaba una mezcla extraña de sentimientos, entre ellos la esperanza y el miedo. Su piel brillaba y sus alas blancas relucían en mitad de la noche. Tenía el aspecto de un chico muy joven, o puede que fuera una chica. ¿Era real? ¿Era realmente un ángel, una alucinación o algún tipo de criatura de la noche que se hacía pasar por ángel? Los minutos pasaban, mientras ella seguía mirando al cielo. Ya no llegaba a la ópera, pero le daba igual.
No se cuál es el sentido de nuestra existencia, si es que lo hay. Algunos nos llaman Condenados, dicen que debemos arrepentirnos, otros dicen que debemos aceptar lo que somos, otros dicen que sólo debemos ser nosotros, sin que nadie te diga lo que tienes que ser. No estoy seguro de nada, ni se a quien creer. No se si mañana Dios enviará a sus hordas contra nosotros o si acabaremos auto-aniquilándonos o si los mortales nos destruirán. Puede que un poco de todo. Y noche tras noche, tras hacernos las preguntas, salimos a por sangre fresca. En ese sentido, estamos aquí para hacer sufrir a los que nos rodean.
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