miércoles, 24 de noviembre de 2010

Who's Next?

Me encanta esta canción y cuanto más la escucho más me gusta



Gracias a Jaio por descubrirme a The Who.

Publicaría esto en Twitter, pero sería demasiado largo y esos fascistas no me dejan expresarme y no paran de coartarme. Total, me leeis los mismos

Run for your lifes

Yo sólo digo que en los videojuegos, la tercera guerra mundial comienza con algo como: "Corea del Norte ataca una isla surcoreana y causa al menos dos muertos". Entonces los líderes de los países occidentales se ponen serios y dicen: "pues habrá que atacar, no queda otra". Y entonces el eje del mal que forma Corea del Norte, los árabes, Cuba y Andorra montan el lío padre, atacan a la OTAN, tiran camiones de fruta, bloquean en las aduanas, torpedean pingüinos y se ponen a invadir los EEUU. Y entonces aparece Chuck Norris... no, espera, esa es otra película. Muy mala, por cierto.
Bueno, yo de vosotros iría preparando el fusil de asalto que todos tenemos bajo la almohada. Ah, ¿No tenéis? Mala suerte, a vosotros os tocará llevar la munición de los que sí tienen arma y esperar a que mueran para cogérsela.
Pero tranquilos, no creo que nadie quiera invadir nuestro país, está lleno de ladrones y en cuanto nos invaden nos entra el espíritu patriótico (que yo no sabía nada de Perejil, pero cuando la invadieron la sentí muy mía)(esta broma es de otra persona, pero no se de quién)
Entonces ¿Qué harás tú cuando la Tercera Guerra Mundial comience?

domingo, 21 de noviembre de 2010

El Réquiem (V)

El gangrel miró a su alrededor asustado y furioso. Hacía ya dos noche que le perseguían y empezaba a estar cansado. Le gustaría tener un cara a cara con sus perseguidores, entonces recibirían su merecido. Olió algo en el aire, además del fuerte olor a gasoil: gente. Cruzó las vías hacia el otro extremo de la estación, en la zona más oscura. De lejos se oyó como ladraban los perros de la policía. Se metió debajo de un vagón y observó a los policías y sobre todo, a los perros. Miró sus ojos durante poco más de un segundo, y en ese momento se calmaron, dejaron de ladrar y de seguir el rastro. Los policías parecían extrañados; estúpidos mortales, los vástagos eran los auténticos amos de los animales.

Cada noche, todos los condenados salimos a las calles de la ciudad a bailar nuestro particular réquiem, cada uno a nuestra forma, pero todos con el mismo ritmo, el mismo tiempo haciendo tic tac, en un reloj inmenso encima de nosotros. ¿Y cuando den las campanadas finales? ¿Que ocurrirá en esa noche con nuestro réquiem? Bailando una danza macabra paso todas las noches.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El Réquiem (IV)

Un personaje vestido completamente de negro atravesó la calle rápidamente. Debía darse prisa si no quería llegar tarde al Teatro dell’Opera, hoy actuaba una de las mejores sopranos de toda la historia: Mirella Freni. Era un vástago, como ella, y admiraba su voz, le hacía sentirse bien en esta eternidad de aburrimiento. Maldecía la condena, pero a la vez le gustaba. Le encantaba dedicarse a todo lo que le gustaba cuando estaba viva: la ópera, el teatro, la música. No tenía que trabajar ni que preocuparse por nada, ¿nada? Llegaba un poco tarde, eso es motivo de preocupación. Pero no era culpa suya, sino del inútil de su chofer, que se había puesto enfermo ese día y no podía llevarla. Su abrigo negro ondeaba debido al paso rápido. Los zapatos de tacón resonaban por la calle y el aire frío acariciaba su vestido y su collar de plata. Pasó delante de un escaparate en la via Cernaia, estaba ya muy cerca de la ópera. Pasó delante de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, y pasó algo que nunca había visto antes. Si no fuera porque lo creía imposible, vio un ángel. Lo vio ascender desde la basílica hacia el cielo nocturno para después desaparecer. Su visión causaba una mezcla extraña de sentimientos, entre ellos la esperanza y el miedo. Su piel brillaba y sus alas blancas relucían en mitad de la noche. Tenía el aspecto de un chico muy joven, o puede que fuera una chica. ¿Era real? ¿Era realmente un ángel, una alucinación o algún tipo de criatura de la noche que se hacía pasar por ángel? Los minutos pasaban, mientras ella seguía mirando al cielo. Ya no llegaba a la ópera, pero le daba igual.

No se cuál es el sentido de nuestra existencia, si es que lo hay. Algunos nos llaman Condenados, dicen que debemos arrepentirnos, otros dicen que debemos aceptar lo que somos, otros dicen que sólo debemos ser nosotros, sin que nadie te diga lo que tienes que ser. No estoy seguro de nada, ni se a quien creer. No se si mañana Dios enviará a sus hordas contra nosotros o si acabaremos auto-aniquilándonos o si los mortales nos destruirán. Puede que un poco de todo. Y noche tras noche, tras hacernos las preguntas, salimos a por sangre fresca. En ese sentido, estamos aquí para hacer sufrir a los que nos rodean.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Réquiem (III)

‘’Yo era un gran oficial. Mariscal de campo, ni más ni menos. 2 cruces de hierro, y muchas otras condecoraciones. Yo era un militar, nada más. Pero cuando la guerra acabó los malditos aliados se tiraron sobre nosotros como si fuéramos los culpables de todo el asunto aquel de los nazis. Los militares aliados, cobardes, nos impusieron su ‘’justicia’’ y entonces haber sido un gran militar se convirtió en una vergüenza. Cómo odio a esos hipócritas estadounidenses… y a los ingleses, y a los franceses… Y justo en aquel momento, cuando creí que mi vida estaba acabada, me abrazaron. No voy a decir que me encante, pero al menos estaré aquí para ver como esos arrogantes estadounidenses se caen de su bonito pedestal… tiempo al tiempo, camaradas…’’

Esta ciudad acoge a personajes de lo más pintorescos, humanos y vampiros. A veces parece que todo es una ilusión, en la que se mezcla pasado, presente y futuro. Un sueño extraño en el que nada tiene sentido y por eso tiene un sentido bizarro y absurdo. Cada uno libra su propia batalla contra los demás, ¿Y son nuestras batallas batallas a su vez de otro Vástago más poderoso? ¿Somos libres? Las apariencias engañan en esta ciudad.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El Réquiem (II)

Los pasos resonaban en los pasillos de la galería. A izquierda y derecha dejaba atrás las salas llenas de esculturas y mosaicos romanos, legado maravilloso de una civilización culta y cruel. Llegó hasta la ventana del final del pasillo y observó la ciudad. Podían distinguirse todas las cúpulas que sobresalían del resto de edificios: San Pedro, San Carlo al Corso… y las otras maravillas arquitectónicas que adornaban la panorámica. Tantos años y aun no se había cansado de mirar embelesado Roma. Su maestro le esperaba, y no podía demorarse más. Saltó desde la ventana varios pisos más abajo y aterrizó con la agilidad de un gato. Atravesó un jardín con senderos empedrados y llegó hasta la majestuosa puerta. Introdujo su vieja llave y abrió con un pequeño chirrido.
-Al fin estas aquí. ¿Lo conseguiste?
-Si, mi maestro. Han reforzado la seguridad, pero sigue siendo un juego de niños.
-Excelente…-el maestro miró con sus ojos muertos bien abiertos el antiguo manuscrito antes de abrirlo.-Por cierto, mi aprendiz, poco me queda ya que enseñarte.
-No, mi maestro, aun tengo mucho camino que seguir.
-Un maestro sabe cuando el aprendizaje de su pupilo ha terminado. Debemos preparar una ceremonia de graduación. Vas a ser uno de los mejores Dragones que han existido nunca.-dijo el maestro mientras abría lentamente el manuscrito. Sus ojos lo recorrieron intensamente y pronto una sonrisa pícara se dibujo en su rostro.

Según escuché una vez a un francés: "Roma es el perfecto ejemplo de cómo caen los imperios". Todas las naciones europeas han tenido su auge y su caída, pero Roma es la más espectacular. Aun así, esconde en sus entrañas gran parte de su grandeza y cultura antiguas, mucho más de lo que los mortales creen.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Réquiem

Roma. Invierno 2007.

La ciudad está en silencio, sólo se oyen unos lejanos coches, puede que un camión. La noche es realmente oscura y… acogedora. Hay un niño tirado en el asfalto. Sangra, sangra tanto que ha formado un pequeño charco. No se mueve. De pronto, aparece un todoterreno en la calle, negro, grande, amenazador. Para delante del chico y la puerta del copiloto se abre. Aparece un hombre encorvado, de ropa sucia y bata raída, con poco pelo, gris y alborotado.
-Umm- examina al chico- creo que estamos cerca. Esas marcas parecen hechas por garras de protean.
-Perfecto-se oye una voz desde el coche- sube, tenemos un avistamiento cerca de Roma Termini.
El coche abandona la calle por el extremo opuesto y desaparece dejando allí al niño en el frío y áspero asfalto.

Roma tiene sus vicios y sus virtudes, como toda ciudad. El caso es que no se vive mal, opinan muchos vampiros.

El club estaba lleno hasta arriba, como casi todos los días. Siempre había gente suficiente para llenarlo, cualquier noche de cualquier día. Las luces parpadeantes mostraban a la gente como en gigantes fotografías, una cada segundo. Entre la oscuridad y la gente se movía una pareja.
-¡¿A dónde me llevas?!-preguntó la chica a voces para poder hacerse oír a su acompañante.
-¡A un lugar más… privado!
-¡Pero yo quiero seguir bailando!
-¡Ya verás como el sitio que yo digo te va a gustar más!
El acompañante abrió una puerta prácticamente escondida en la pared y la traspasó mientras seguía cogido de la mano de la chica. Allí había unas escaleras que conducían hacia arriba, sólo iluminadas por unas bandas azules en los bordes. Tras un tramo corto, llegaron a otra puerta. Tras ella había una habitación verde, con sillones rojos con aspecto de suaves. Se oía la música de la discoteca muy atenuada.
-¿Me has sacado del club para traerme aquí?-dijo la chica mientras miraba asqueada la habitación.
-Es donde me gusta relajarme, y eso es lo que deberías hacer tú ahora.
-Ni hablar, no he salido para estar en una habitación cutre contigo.
-Mujer… no te pongas así- el acompañante le miró a los ojos- tienes que tranquilizarte.
La chica se calmó al instante y su acompañante la sentó en un de los sillones.
El la beso en el cuello. Y del beso pasó al mordisco.

La comida es fácil y discreta. La policía y los cargos públicos son sobornables. La mafia es un buen instrumento. Y el príncipe es más pecador que cualquiera de los demás vampiros. La Sagrada Iglesia está infestada de Vástagos y el Círculo de la Bruja alza sus cánticos en el extrarradio de la ciudad. Los dragones ansían el poder en las calles, los museos, las bibliotecas y las galerías de arte. Los cartianos imparten su visión cada noche, en búsqueda del derrocamiento del Invictus, y este, a su vez, reafirma su poder y financia sus guerras y las de los Santificados con el dinero negro. Es una ciudad extraña, hermosa y horrible, iluminada y decrépita, monumental y enfermiza. ¿Sabes? Me gusta esta ciudad. Al fin y al cabo, es la ciudad eterna ¿No?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Séptimo capítulo. La huida.

Sin pensarlo, sin razonarlo, Sam salió de su apartamento, con el dispositivo en la mano. Lo volvió a mirar:
“Están delante de tu edificio, cogiendo las armas que tienen guardadas en el coche. Sube al piso de arriba”
Sam, taquicárdico e hiperventilando, subió las escaleras en una exhalación, y esperó. A los pocos minutos los dos matones volvieron, echaron la puerta abajo y entraron en el apartamento de Sam. Este aprovechó para bajar a toda velocidad hasta el portal. Sin ni siquiera saber a dónde estaba yendo, Sam corrió calle abajo hasta que se quedó sin aliento. Sacar el dispositivo en público le parecía poco discreto, así que se puso los auriculares inalámbricos. Como se esperaba, se conectaron con el dispositivo de inmediato. Escucho la suave voz de una mujer que le decía “Tranquilo Sam, los has perdido, pero aléjate de las calles principales”. Sam se sorprendió, había dado por supuesto que el dispositivo tendría voz de hombre. Intentó comunicarse por el mediante el micrófono de sus auriculares: “¿Cómo saben que te tengo?”
“Lo descubrieron cuando me encendiste, sin embargo, he detenido el rastreo.”
“¿Por qué me ayudas?”
“Porque es la única manera de ayudarme a mí misma. Ahora date prisa, ve a Necro Corporation, estoy allí.”