miércoles, 26 de agosto de 2009
lunes, 24 de agosto de 2009
...las canciones hablan por nosotros
Realmente me tienes,
te siento, tu sol brilla,
pase lo que pase,
Va a ser un largo septiembre si, creo que voy a necesitar toda mi vida para pasarlo,
los cambios vienen,
de repente el mundo parece un lugar perfecto
Todavía tengo muchos caminos a donde ir,
tan lejos de casa,
en mi interior siempre lo supe,
encontraré el camino hacia ti.
I'll be there
te siento, tu sol brilla,
pase lo que pase,
Va a ser un largo septiembre si, creo que voy a necesitar toda mi vida para pasarlo,
los cambios vienen,
de repente el mundo parece un lugar perfecto
Todavía tengo muchos caminos a donde ir,
tan lejos de casa,
en mi interior siempre lo supe,
encontraré el camino hacia ti.
I'll be there
domingo, 23 de agosto de 2009
El caminante
Camino hacia un lugar más allá de lo que ven mis ojos. Hacia más allá de lo que mi mente siquiera puede concebir. Es un camino difícil, arduo y peligroso. Pero sé que está allí, más allá del mar de niebla, más allá de los fiordos, más allá del océano, pasando las ciudades donde siempre llueve, las selvas sofocantes en llamas, el pasado, el futuro, los tranvías, el silencio y las naves espaciales. El suelo está como recién pintado y las flores se deshacen en pintura en mis manos, mientras en el cielo veo todas las estrellas, porque he dejado atrás la noche naranja. No tengo mapa, puede que me pierda, de rodeos o camine en círculos, pero sé a donde voy.
A la superación física, mental y emocional.
Reise, Reise
Seemann Reise
sábado, 22 de agosto de 2009
Momma Sed (2)
Después de lo del viejo, se volvió a meter en el coche. Condujo hasta un par de manzanas más allá, y con el coche aun en marcha, se bajó a llamar por teléfono. La conversión fue escueta y casi monosílaba, y en poco tiempo ya estaba otra vez en el coche, rumbo hacia la nada que se extendía al norte de la pequeña ciudad.
Tras una media hora conduciendo bajo el sol abrasador, en una carretera monótona y muerta, llegó por fin al siguiente pueblo; mismo calor y aspecto polvoriento que el anterior. Aparcó delante de un hostal que nunca fue bueno, y menos ahora. Entró dentro y pidió una habitación. Segundo piso a la izquierda, la primera puerta. Se quitó las botas y se tumbó en la cama.
Se despertó cuando escuchó los pasos de gente delante de su puerta, y no eran pocos. Sabía quienes eran y sabía cómo sabían que el estaría aquí. A toda prisa se puso la botas y pensó en la manera de salir de allí. Abrió la ventana pensó que podría bajar y llegar hasta su coche. De la ventana, bajó a una especie de pequeño tejado que tenía el piso inferior y se descolgó por la fachada, gracias al relieve que tenía.
Corrió hasta su coche y salió quemando rueda, mientras venía como los hombres que le perseguían salían corriendo del hostal. En su cabeza no había sitio para el ansia de escapar. Sólo había sitio para la venganza del hombre que le había traicionado. Lo más odiaba en el mundo era a los traidores.
Tras una media hora conduciendo bajo el sol abrasador, en una carretera monótona y muerta, llegó por fin al siguiente pueblo; mismo calor y aspecto polvoriento que el anterior. Aparcó delante de un hostal que nunca fue bueno, y menos ahora. Entró dentro y pidió una habitación. Segundo piso a la izquierda, la primera puerta. Se quitó las botas y se tumbó en la cama.
Se despertó cuando escuchó los pasos de gente delante de su puerta, y no eran pocos. Sabía quienes eran y sabía cómo sabían que el estaría aquí. A toda prisa se puso la botas y pensó en la manera de salir de allí. Abrió la ventana pensó que podría bajar y llegar hasta su coche. De la ventana, bajó a una especie de pequeño tejado que tenía el piso inferior y se descolgó por la fachada, gracias al relieve que tenía.
Corrió hasta su coche y salió quemando rueda, mientras venía como los hombres que le perseguían salían corriendo del hostal. En su cabeza no había sitio para el ansia de escapar. Sólo había sitio para la venganza del hombre que le había traicionado. Lo más odiaba en el mundo era a los traidores.
jueves, 20 de agosto de 2009
Lacras sociales del mundo moderno: hoy, las farmacéuticas.
Antes de nada, quiero dejar claro de qué pie cojeo: odio profundamente a las farmacéuticas, con toda mi alma, si existiera. Bien, dejado esto claro pasemos a mi disertación sobre las empresas que Satanás fundó en la tierra:
Las farmacéuticas son esas empresas que se dedican a ganar dinero investigando, creando y vendiendo medicamentos. Esto, en principio, no debería ser demasiado malo, sino fuera por la forma de actuar de estas corporaciones. Ciertamente son empresas que gastan millones de (inserte aquí su divisa predilecta) en hacer sustancias que curan a la gente. Siempre y cuando eso les resulte rentable. Es decir: sólo hacen los medicamentos que tienen "target" (objetivo de mercado), sease, las que haya gente con dinero que las compre y rentabilizar así su inversión en investigación y desarrollo. Lo cual significa que: a)Si tienes una enfermedad rara, te quedas sin medicamento (o es extremadamente caro para ser rentable), b)si vives en un país sin recursos y tu enfermedad es endémica, te quedas sin medicamento, c)no necesariamente el medicamento tiene que ser curativo, lo importante es que se venda.
Y puede que digáis: "Pero las farmacéuticas son empresas, y como tales deben obtener beneficios, además de que sus esfuerzos hacen que podamos avanzar en el mundo de las medicinas gracias a sus inversiones millonarias" (Tal vez no con las mismas palabras pero parecido). Vayamos por partes.
Está claro que una empresa está para ganar dinero. Yo no digo que Intel regale sus futuros procesadores de 32nm a países pobres, ya que perderían cantidades ingentes de dinero (sobre todo por el enorme gasto en investigación que hay detrás), pero sí digo que una farmacéutica no es lo mismo que un fabricante de procesadores. ¿La razón? Un país pobre puede que le venga bien tener unos buenos procesadores, pero es más importante que se población esté viva. La salud, pese a lo que ellos digan, no es un negocio como otro cualquiera. No es lo mismo patentar un sistema de pantallas táctiles a un medicamento, ya que el medicamento puede ser vital. Y aquí enlazo con la segunda parte: la supuesta ayuda al mundo con sus investigaciones. En la ciencia, las cosas funcionan como construir un muro: cada uno va aportando ladrillos hasta que finalmente, se construye el muro con el esfuerzo de todos, ya que todos han donado su ladrillo a la ciencia. En esta analogía, patentar es guardar los ladrillos en una caja fuerte y disparar a cualquiera que intente cogerlos. ¿En qué beneficia a la humanidad una patente de un medicamento que sólo puede explotar una empresa? ¿No deberían aportar a la ciencia como los demás? ¿Acaso esas empresas no utilizan descubrimientos científicos que otros dejaron para el progreso de la humanidad?
Conclusiones: alguien debe encargarse de fabricar y distribuir los medicamentos. En ocasiones son empresas y otras veces estados. Prefiero los estados, aunque que lo haga una empresa tampoco me parece un crimen. El verdadero problema está en la investigación, el dinero y las patentes: los estados deberían poder saltarse las patentes relacionadas con medicamentos. Muchas patentes deberían sencillamente no existir. Deberían estar regulados los medicamentos sin receta (¿Sabe de verdad una persona lo que toma cuando compra un vulgar AINE?). Las farmacéuticas no son una empresa más, sino una que se dedica a un tema tan importante como es la salud, y deberían ser consecuentes con ello (Aquí también van las que fabrican instrumental médico y cosas similares)
Pues eso es todo: mi desahogo de esta madrugada de estudiar microbiología, en donde se hace más palpable la maldad de esas corporaciones. Otro día, otra lacra.
Las farmacéuticas son esas empresas que se dedican a ganar dinero investigando, creando y vendiendo medicamentos. Esto, en principio, no debería ser demasiado malo, sino fuera por la forma de actuar de estas corporaciones. Ciertamente son empresas que gastan millones de (inserte aquí su divisa predilecta) en hacer sustancias que curan a la gente. Siempre y cuando eso les resulte rentable. Es decir: sólo hacen los medicamentos que tienen "target" (objetivo de mercado), sease, las que haya gente con dinero que las compre y rentabilizar así su inversión en investigación y desarrollo. Lo cual significa que: a)Si tienes una enfermedad rara, te quedas sin medicamento (o es extremadamente caro para ser rentable), b)si vives en un país sin recursos y tu enfermedad es endémica, te quedas sin medicamento, c)no necesariamente el medicamento tiene que ser curativo, lo importante es que se venda.
Y puede que digáis: "Pero las farmacéuticas son empresas, y como tales deben obtener beneficios, además de que sus esfuerzos hacen que podamos avanzar en el mundo de las medicinas gracias a sus inversiones millonarias" (Tal vez no con las mismas palabras pero parecido). Vayamos por partes.
Está claro que una empresa está para ganar dinero. Yo no digo que Intel regale sus futuros procesadores de 32nm a países pobres, ya que perderían cantidades ingentes de dinero (sobre todo por el enorme gasto en investigación que hay detrás), pero sí digo que una farmacéutica no es lo mismo que un fabricante de procesadores. ¿La razón? Un país pobre puede que le venga bien tener unos buenos procesadores, pero es más importante que se población esté viva. La salud, pese a lo que ellos digan, no es un negocio como otro cualquiera. No es lo mismo patentar un sistema de pantallas táctiles a un medicamento, ya que el medicamento puede ser vital. Y aquí enlazo con la segunda parte: la supuesta ayuda al mundo con sus investigaciones. En la ciencia, las cosas funcionan como construir un muro: cada uno va aportando ladrillos hasta que finalmente, se construye el muro con el esfuerzo de todos, ya que todos han donado su ladrillo a la ciencia. En esta analogía, patentar es guardar los ladrillos en una caja fuerte y disparar a cualquiera que intente cogerlos. ¿En qué beneficia a la humanidad una patente de un medicamento que sólo puede explotar una empresa? ¿No deberían aportar a la ciencia como los demás? ¿Acaso esas empresas no utilizan descubrimientos científicos que otros dejaron para el progreso de la humanidad?
Conclusiones: alguien debe encargarse de fabricar y distribuir los medicamentos. En ocasiones son empresas y otras veces estados. Prefiero los estados, aunque que lo haga una empresa tampoco me parece un crimen. El verdadero problema está en la investigación, el dinero y las patentes: los estados deberían poder saltarse las patentes relacionadas con medicamentos. Muchas patentes deberían sencillamente no existir. Deberían estar regulados los medicamentos sin receta (¿Sabe de verdad una persona lo que toma cuando compra un vulgar AINE?). Las farmacéuticas no son una empresa más, sino una que se dedica a un tema tan importante como es la salud, y deberían ser consecuentes con ello (Aquí también van las que fabrican instrumental médico y cosas similares)
Pues eso es todo: mi desahogo de esta madrugada de estudiar microbiología, en donde se hace más palpable la maldad de esas corporaciones. Otro día, otra lacra.
martes, 18 de agosto de 2009
El negociador
-¡Quiero un helicóptero, un millón de dólares y una mujer! -gritó el secuestrador apuntando a la sien de uno de los asustado y algo sorprendidos rehenes.
El negociador miró a sus compañeros y les dijo:
-Es inútil, pide cosas imposibles. Abatidlo.
Los disparos de los policías, los francotiradores y los ciudadanos voluntarios que habían traído sus armas que guardan en el baúl de juguetes de sus hijos impactaron en toda la fachada. El secuestrador fue finalmente abatido y ocurrieron algunos daños colaterales de los que nadie se atrevió a hablar.
El negociador se montó en una de las furgonetas de la policía, que le llevaría de vuelta a la comisaría. No paraba de darle vueltas al asunto.
-¿Por qué pidió algo imposible? ¿Que lleva a un hombre, en una situación así, exigir una mujer? Cualquier persona cuerda sabría que ya no había chicas en el mundo, y sin embargo, el osó pedir una.
-Tal vez es -era- uno de esos conspiranoicos que creen que el gobierno tiene varias congeladas en los cuarteles generales para algún día poder crear más con el asesoramiento de científicos locos de pelo revuelto -dijo uno de los policías, un chico joven que apenas recordaba a su preciosa vecina, cuando aun existía.
-O un enajenado, ya sabéis, uno de esos tipos que dicen que en realidad no se fueron, sino que no podemos verlas y que ellas son lo que llamamos "fantasmas". -dijo un policía algo mayor, aunque no mucho, pero que parecía mucho mayor por su baja forma y el pelo que llevaba, además de que el uniforme le apretaba, y no se vosotros, pero yo me lo estoy imaginando y es muy desagradable- Una vez, vi un documental...
-Tu que vas a ver un documental, lo único para lo que usas tú tu Tv es para ver películas antiguas, donde salen mujeres. -dijo el policía más grande de todos, que no distaba mucho de los últimos neandertales que se habían encontrado congelados en una fábrica de hielo.
El negociador, un hombre de unos cuarenta y muchos, bigote y pelo canosos y múltiples granulomas en ciertos órganos, no paraba de pensar en ese chico. Recordaba perfectamente su cara, sus ojos, el momento en el que hizo su absurda petición. Estaba claro que estaba loco, por una razón o por otra.
La furgoneta recorría las calles de la ciudad. Una ciudad llena de hombres. Hombres que aun dejaban un hueco en su cama doble por si algún día las mujeres volvían al país.
El negociador miró a sus compañeros y les dijo:
-Es inútil, pide cosas imposibles. Abatidlo.
Los disparos de los policías, los francotiradores y los ciudadanos voluntarios que habían traído sus armas que guardan en el baúl de juguetes de sus hijos impactaron en toda la fachada. El secuestrador fue finalmente abatido y ocurrieron algunos daños colaterales de los que nadie se atrevió a hablar.
El negociador se montó en una de las furgonetas de la policía, que le llevaría de vuelta a la comisaría. No paraba de darle vueltas al asunto.
-¿Por qué pidió algo imposible? ¿Que lleva a un hombre, en una situación así, exigir una mujer? Cualquier persona cuerda sabría que ya no había chicas en el mundo, y sin embargo, el osó pedir una.
-Tal vez es -era- uno de esos conspiranoicos que creen que el gobierno tiene varias congeladas en los cuarteles generales para algún día poder crear más con el asesoramiento de científicos locos de pelo revuelto -dijo uno de los policías, un chico joven que apenas recordaba a su preciosa vecina, cuando aun existía.
-O un enajenado, ya sabéis, uno de esos tipos que dicen que en realidad no se fueron, sino que no podemos verlas y que ellas son lo que llamamos "fantasmas". -dijo un policía algo mayor, aunque no mucho, pero que parecía mucho mayor por su baja forma y el pelo que llevaba, además de que el uniforme le apretaba, y no se vosotros, pero yo me lo estoy imaginando y es muy desagradable- Una vez, vi un documental...
-Tu que vas a ver un documental, lo único para lo que usas tú tu Tv es para ver películas antiguas, donde salen mujeres. -dijo el policía más grande de todos, que no distaba mucho de los últimos neandertales que se habían encontrado congelados en una fábrica de hielo.
El negociador, un hombre de unos cuarenta y muchos, bigote y pelo canosos y múltiples granulomas en ciertos órganos, no paraba de pensar en ese chico. Recordaba perfectamente su cara, sus ojos, el momento en el que hizo su absurda petición. Estaba claro que estaba loco, por una razón o por otra.
La furgoneta recorría las calles de la ciudad. Una ciudad llena de hombres. Hombres que aun dejaban un hueco en su cama doble por si algún día las mujeres volvían al país.
Momma Sed
No se trataba de honor, ni de dinero. Es sólo lo que había que hacer. Puede que no tuviera sentido, pero el había nacido para eso, y lo iba a hacer. La radio del coche estaba encendida, aunque el no la estaba escuchando, mientras miraba fuera y daba largos tragos a la botella. Estaba tibia, y pese al sofocante calor, le gustaba. El coche, una vieja gloria de los setenta, estaba aparcado en aquella calle con nombre de inmigrante irlandés americano. Sólo mirando el asfalto podías saber que podrías hacer un huevo frito en él. El cielo estaba completamente azul y el sol daba de lleno en esa pequeña ciudad. Cuando el viejo salió del banco, él salió del coche, con el Wincherster en mano. Los disparos asustaron a unos pájaros, que levantaron el vuelo, y despertaron a Sheriff.
lunes, 17 de agosto de 2009
Extreme Ways
Si un día te despertaras y no recordaras nada de tu vida anterior ¿Cómo te comportarías? ¿Serías de la misma manera? ¿Harías las mismas cosas? ¿Te gustaría lo mismo? ¿Querrías trabajar en lo mismo? ¿Amarías a la misma persona?
PD: no he podido resistirme a ponerlo:
PD: no he podido resistirme a ponerlo:
viernes, 14 de agosto de 2009
jueves, 13 de agosto de 2009
El caso del Dr. Göttinger
Era tarde, así que casi todas las luces de la planta de consultas estaban apagadas. El Dr. Göttinger era el único que estaba allí. La única luz disidente con la oscuridad relativa -debido a la luz anaranjada que entraba desde el exterior, desde la ciudad- era la de su consulta. El doctor era un chico de veintitantos pero aparentaba mucho más debido a ciertos signos capilares -la alopecia, principalmente-. Estaba sentado delante del ordenador y de uno de sus informes, uno de un caso bastante raro. "Definitivamente, es algo más que raro" pensó Göttinger como si pudiera saber lo que digo yo, el narrador. "Es prácticamente... no, es absolutamente imposible. Lo que estoy viendo, los análisis, las pruebas, todo, es sencillamente imposible. Y sin embargo, ahí está". El caso al que se está refiriendo era el de una niña pequeña que había desarrollado varias enfermedades graves simultáneamente y de las cuales se había recuperado tan rápido como las había contraído. Infecciones de Yersinia Pestis -la bacteria que provoca la peste-, cáncer de páncreas, CID (coagulación intravascular diseminada), inmunodeficiencias muy graves, síndromes tóxicos, necrosis, insuficiencias renal, respiratoria, hepática y cardiovascular... todas ese tipo de cosas que dicen que terminan en muerte, o que son incompatibles con la vida. Pero no para esa niña. Cuando todos los médicos se habían conmovido por la mala suerte de la niña y esperaban lo peor, todo desapareció, sin más. El Dr. Göttinger se había alegrado, claro, pero no podía evitar que un ligero escalofrío le recorriera la columna hasta la nuca. "Curación milagrosa" decían los familiares y los medios. Varios investigadores de otros países se habían interesado por el caso de la pequeña.
En esa isla de luz estaba Göttinger, intentando vislumbrar cómo había ocurrido. Esa niña había roto todo lo que él daba por sentado, todo lo que creía saber. "Tiene que haber algo" se decía a sí mismo. Se negaba a aceptar la idea que le rondaba la cabeza incesantemente, especialmente cuando intentaba descansar la vista de la pantalla o tomaba un trago de refresco: la idea de que sí hubiera ocurrido así, sin explicación.
Cerca de las cinco de la madrugada, se quedó dormido sobre la mesa. En sus sueños se veía sobre una especie de barca, en la que había una tenue luz. A su alrededor era de noche y el mar era tan negro como el petróleo. Mirar el inmenso, inalcanzable, inconmensurable mar, le provocaba mareos. Sólo le calmaba mirar dentro de la barca y abstraerse, pero no podía evitar mirar el oscuro mar. Se despertó cuando oyó a alguien en el pasillo. Estaba sudando y no había descansado en absoluto. Se había hecho de día, y en una media hora, debería empezar a pasar visita.
Miró, una vez más, el informe. Lo guardó en un cajón, mientras su mente hacía lo mismo con el recuerdo y todas las ideas sobre el caso. En un mecanismo de defensa, su cerebro había reprimido el vistazo que el doctor había hecho hacia el inmenso mar.
En esa isla de luz estaba Göttinger, intentando vislumbrar cómo había ocurrido. Esa niña había roto todo lo que él daba por sentado, todo lo que creía saber. "Tiene que haber algo" se decía a sí mismo. Se negaba a aceptar la idea que le rondaba la cabeza incesantemente, especialmente cuando intentaba descansar la vista de la pantalla o tomaba un trago de refresco: la idea de que sí hubiera ocurrido así, sin explicación.
Cerca de las cinco de la madrugada, se quedó dormido sobre la mesa. En sus sueños se veía sobre una especie de barca, en la que había una tenue luz. A su alrededor era de noche y el mar era tan negro como el petróleo. Mirar el inmenso, inalcanzable, inconmensurable mar, le provocaba mareos. Sólo le calmaba mirar dentro de la barca y abstraerse, pero no podía evitar mirar el oscuro mar. Se despertó cuando oyó a alguien en el pasillo. Estaba sudando y no había descansado en absoluto. Se había hecho de día, y en una media hora, debería empezar a pasar visita.
Miró, una vez más, el informe. Lo guardó en un cajón, mientras su mente hacía lo mismo con el recuerdo y todas las ideas sobre el caso. En un mecanismo de defensa, su cerebro había reprimido el vistazo que el doctor había hecho hacia el inmenso mar.
lunes, 10 de agosto de 2009
He estado pensando un rato y no se me ha ocurrido nada para el título, asi que lo dejo así
http://www.youtube.com/watch?v=vVAoKTKFDzU
PD: no me deja insertarlo, Dios sabrá porqué.
PD2: que me guste esta película no me hace menos macho, que conste. Si jaio, esto va por tí, sé que soy tu ídolo varonil. Aunque ahora no me vayas a leer porque estás por tierras perdidas, pero algún día lo leerás y hablaremos de ello.
PD: no me deja insertarlo, Dios sabrá porqué.
PD2: que me guste esta película no me hace menos macho, que conste. Si jaio, esto va por tí, sé que soy tu ídolo varonil. Aunque ahora no me vayas a leer porque estás por tierras perdidas, pero algún día lo leerás y hablaremos de ello.
Extraño día
He eliminado una entrada, si, no es que lo hayáis soñado y ahora digáis "Por los tentáculos de un dios innominado, aquí antes había una entrada!". La historia es la siguiente punto por punto:
Nada más escribirla y publicarla. salí de casa. Caminando alegremente (a saltitos) no tardaría en sufrir deshidratación y daños permanentes debido a las altas temperaturas, así que decidí caminar como siempre, parapetándome debajo de las sombras que encontraba. En esto estaba que debí mirar mal a alguien o fue porque eché a otro tío de una sombra, en cualquier caso se mosqueó. No le presté mucha atención, pero debí haber pensado que la sombra es un bien demasiado importante como para arrebatarlo. Y en estas que el me siguió. De vez en cuando miraba hacia atrás atemorizado. ¿He dicho ya que medía 2 metros y que sus músculos eran como piedras macizas? ¿No? Bueno pues medía 2 metros y sus músculos eran como piedras macizas. A todo esto que yo ya había llegado a mi destino: la chatarrería. Es que como el valor de la chatarra está bajando, decidí comprar ahora y vender cuando se revalorice, aunque en realidad esperaba encontrar un Megas. Bueno, me dí cuenta de que mí teléfono estaba pinchado. "Pero si aquel hombre tan amable me dijo que no me pincharían el teléfono" pensé. Llamé a un número desconocido y probé a decir que tenía una bomba y que la iba a lanzar, dentro de una piña, contra el presidente de la república a las cinco menos cuarto, cuando va al baño de fuera de su palacio republicano para ver si realmente me estaban escuchando. Pues resulta que sí, que aparecieron un montón de Arbitres con ganas de pelea. Y el tío de la chatarra me coge por las solapas y grita: "¡Dame mis dos dólares!" Porque lo había prometido que al menos, me gastaría dos dólares y que abriera para mí. Pero ya me diréis, yo estaba allí, con el hombre-armario, los Arbitres, y claro no iba a ponerme a contar calderilla. Y en esto que viene un hombre, y paga los dos dólares y me dice: "Ahora eres mío chico" y yo le miro, con su fular y su pelo repeinado y preferiero lanzarme a por los Arbitres. Así que rechazo su oferta lo mejor que pude: le dí con una palanca en la cabeza mientras gritaba "¡Servicio de habitaciones.!". El de la chatarra, lleno de sangre ajena, comienza a gritar como un poseso, yo me tiro al suelo y me vuelvo más manso que una sopa, los Arbitres, asustados como policías estadounidenses, abren fuego y el hombre-armario cae a la duodécima bala, ya que era inmune a la decimotercera. Me escabullo entre el gentío y las masas que entran en el desguace para saquear lo que puedan. Algunos cargan contra los Arbitres con tanques de última generación, mientras las fuerzas del orden se lamentan de las leyes de armamento excesivamente laxas de hace unos años.
Por fin llego a casa y pienso: "¡Cuanto se han malinterpretado mis palabras de este día!" Así que borré la entrada, por si acaso.
Nada más escribirla y publicarla. salí de casa. Caminando alegremente (a saltitos) no tardaría en sufrir deshidratación y daños permanentes debido a las altas temperaturas, así que decidí caminar como siempre, parapetándome debajo de las sombras que encontraba. En esto estaba que debí mirar mal a alguien o fue porque eché a otro tío de una sombra, en cualquier caso se mosqueó. No le presté mucha atención, pero debí haber pensado que la sombra es un bien demasiado importante como para arrebatarlo. Y en estas que el me siguió. De vez en cuando miraba hacia atrás atemorizado. ¿He dicho ya que medía 2 metros y que sus músculos eran como piedras macizas? ¿No? Bueno pues medía 2 metros y sus músculos eran como piedras macizas. A todo esto que yo ya había llegado a mi destino: la chatarrería. Es que como el valor de la chatarra está bajando, decidí comprar ahora y vender cuando se revalorice, aunque en realidad esperaba encontrar un Megas. Bueno, me dí cuenta de que mí teléfono estaba pinchado. "Pero si aquel hombre tan amable me dijo que no me pincharían el teléfono" pensé. Llamé a un número desconocido y probé a decir que tenía una bomba y que la iba a lanzar, dentro de una piña, contra el presidente de la república a las cinco menos cuarto, cuando va al baño de fuera de su palacio republicano para ver si realmente me estaban escuchando. Pues resulta que sí, que aparecieron un montón de Arbitres con ganas de pelea. Y el tío de la chatarra me coge por las solapas y grita: "¡Dame mis dos dólares!" Porque lo había prometido que al menos, me gastaría dos dólares y que abriera para mí. Pero ya me diréis, yo estaba allí, con el hombre-armario, los Arbitres, y claro no iba a ponerme a contar calderilla. Y en esto que viene un hombre, y paga los dos dólares y me dice: "Ahora eres mío chico" y yo le miro, con su fular y su pelo repeinado y preferiero lanzarme a por los Arbitres. Así que rechazo su oferta lo mejor que pude: le dí con una palanca en la cabeza mientras gritaba "¡Servicio de habitaciones.!". El de la chatarra, lleno de sangre ajena, comienza a gritar como un poseso, yo me tiro al suelo y me vuelvo más manso que una sopa, los Arbitres, asustados como policías estadounidenses, abren fuego y el hombre-armario cae a la duodécima bala, ya que era inmune a la decimotercera. Me escabullo entre el gentío y las masas que entran en el desguace para saquear lo que puedan. Algunos cargan contra los Arbitres con tanques de última generación, mientras las fuerzas del orden se lamentan de las leyes de armamento excesivamente laxas de hace unos años.
Por fin llego a casa y pienso: "¡Cuanto se han malinterpretado mis palabras de este día!" Así que borré la entrada, por si acaso.
sábado, 8 de agosto de 2009
La batalla por el cuadrante 607-3
El Huey llegó hasta el cuadrante 607-3. Ya antes, de lejos, el coronel McGuilligan había visto las columnas de humo de los tanques. Cuando tomó tierra, el panorama no era mucho mejor. No quedaba rastro de buena parte de los tanques, y la infantería mecanizada estaba sencillamente aniquilada.
El comandante de uno de los tanques, Jan Xi, se acercó a coronel y le dijo:
-Me temo que no fue buena idea lanzar la división acorazada, señor.
-No, no lo fue, comandante. Pero era lo único que teníamos y teníamos que aprovechar la oportunidad. Al menos hemos hecho retroceder a los orkos.
-¿Cuál es el siguiente paso, señor?
-Eso es información secreta, comandante.
Jan se alejó hacia su Leman Russ y miró con disimulo el otro Huey que había venido con el coronel. Reconoció el escuadrón que estaba en su interior.
"Lo sabía, Fuerzas Especiales"
El comandante de uno de los tanques, Jan Xi, se acercó a coronel y le dijo:
-Me temo que no fue buena idea lanzar la división acorazada, señor.
-No, no lo fue, comandante. Pero era lo único que teníamos y teníamos que aprovechar la oportunidad. Al menos hemos hecho retroceder a los orkos.
-¿Cuál es el siguiente paso, señor?
-Eso es información secreta, comandante.
Jan se alejó hacia su Leman Russ y miró con disimulo el otro Huey que había venido con el coronel. Reconoció el escuadrón que estaba en su interior.
"Lo sabía, Fuerzas Especiales"
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