Sam soltó el aparato de inmediato, que cayó al suelo sin mucho estruendo. Esa cosa había latido. Los móviles no deberían latir. En el dispositivo sólo se mostraba un lugar para apoyar el dedo, posiblemente para reconocimiento de huellas dactilares.
Sam lo recogió del suelo. No parecía haberse dañado para nada. Puso el pulgar en mitad de la pantalla, sobre un cuadradito. Nada más apoyarlo, la pantalla mostró la foto de Sam, al lado de su nombre, su edad, género, trabajo, domicilio y contratos actuales con empresas (luz, agua, Internet...). La sensación desagradable de Sam no se iba, de hecho estaba aumentando. La cosa mostró un mensaje en la pantalla: “Devúelvame a Necron Corporation. No hacerlo sería violar las leyes sobre espionaje empresarial y manejo de bienes robados.”
Eso es justamente lo que Sam quería hacer; librarse de ese espeluznante aparato. Cuando se puso de pie dispuesto para irse, el móvil vibró y mostró en la pantalla:
“¿Estas seguro de que quieres hacer eso, Sam?”
1 comentario:
Jo, que cague...:S
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