sábado, 22 de mayo de 2010

La nacional

Me quedé mirando el motor humeante como si supiera algo de coches. Mi Land Rover Santana del 81 me acaba de dejar tirado en algún lugar de este páramo amarillo, y no parecía que fuera a salir de esta. Pasé la mano por el capó “Son ya muchos años”
El sol pegaba fuerte, porque aunque el verano tarde en llegar a esta seca meseta, llega con ganas. Bebí un poco del agua que llevaba en el coche; puaj, estaba tibia.
Como no, mi móvil no tenía cobertura. Me senté en el quitamiedos, esperando por si pasaba alguien. Era poco probable, apenas había encontrado a nadie durante el viaje.
Después de un par de horas de desesperación, al fin apareció alguien en aquella maldita nacional. Era un coche gris, viejo y sucio. Tan sucio que tal vez era de otro color. Se paró lentamente detrás de mi coche y salió su conductor. Cuarenta y tantos, medio calvo, bajito y gordo, llevando un bigote como si estuviéramos en 1974.
-¿Tiene algún problema? ¿El coche le ha dejado tirado?
-Pues me temo que sí y no entiendo nada de coches.
Ver a un ser humano era reconfortante, aunque fuera éste.
-Déjeme ver, a ver si podemos hacer algo- dijo mientras se remangaba su camisa en otro tiempo blanca, ahora ligeramente amarilla con finas rayas rojas.
Se puso delante del motor y empezó al cacharrear en él. Yo, al lado, miraba interesando, a ver si se me pegaba algo.
-Y dígame, si no le importa que pregunte, ¿de dónde es usted? Es que con las nuevas matrículas estas europeas ya no se sabe de dónde es la gente.
-Soy de Valencia, he venido a ver a unos familiares que suelo ver poco.
-Ah, con este sol, echará de menos la playa- me dijo en tono jovial.
-Ya lo creo que sí. Por cierto, me llamo Ángel.
-Yo soy Primitivo, encantado. Bueno, esto ya está. Le servirá para llegar hasta un taller y allí que se lo arreglen de verdad, no esta chapuza que he hecho yo ahora.
-Le estoy muy agradecido, no sé qué hubiera hecho si no hubiera aparecido usted.
-Pues no le voy a negar que no haya tenido suerte. De vez en cuando veo algún coche lleno de portugueses o peor aún, de moros.
De pronto, la situación se volvió tensa, o al menos así lo sentí yo. “Vamos, improvisa algo, sal del paso y despídete de este amable racista” Me dije a mí mismo.
-Sí, que mal está el mundo...- “¿Eso es todo lo que se te ocurre?”
-Y España, peor. Bueno, no quiero hablar de política, que me enciendo.
-¡Bueno, que tenga un buen viaje, y gracias otra vez!- no podía dejar de pensar en huir de esta incómoda situación corriendo hacia el coche y perdiéndome en el horizonte.
-¡Igualmente!- se subió a su coche (no sin dificultad) y arrancó. Cuando pasó a mi lado escuché que tenía puestas coplas en el radio-casette.
Casi cuando ya no lo veía, puse las llaves en el contacto. “La España profunda ataca de nuevo” me dije “nada mejor para sentirse como en casa.”

2 comentarios:

Klaiver dijo...

España es un país con muy mala leche.

Tom Hagen dijo...

Ufff con los portugueses,, son como la malaria, ¡peores que judíos! xDDD