"Vas a confesar Nathan"
El agente Topolsky le miraba severamente al otro lado de la mesa de la sala de interrogatorios.
"Eres un terrorista, Nathan, tenemos pruebas. Simplemente dilo y haznos más fácil todo esto"
Nathan, vestido con una camisa blanca y pantalones negros le miraba con cara divertida, lo que hacía enfurecer al agente del FBI. Sin embargo, el temple de este a lo largo de los años se había perfeccionado de tal modo, que toda su rabia sólo se manifestaba en un ligero (casi imperceptible) levantamiento del labio superior.
Nathan sí lo notó. "No tenéis nada. No soy un terrorista, sólo he escrito lo que pensaba"
"Te podemos relacionar con gente sospechosa e incluso sabemos que has estado en reuniones con ellos"
"¿Es que en este país se ha perdido la libertad de expresión y reunión? ¿O es que lo que escribo es incómodo para algunos? Lo que daría por ser ellos; si algo de lo que leo no me gusta, suelto a los perros"
Topolsky le miró a los ojos durante unos segundos. Por el auricular, su compañero le había dicho que tenían que soltarle, al menos por ahora.
"Vale Nathan, puedes irte. Pero te estaremos vigilando" Topolsky se levantó y señaló con la cabeza hacia la puerta.
"¿Es que alguna vez habéis dejado de hacerlo?" Se levantó sin esperar respuesta, cogió su americana negra de la silla y se dirigió hacia la puerta.
"Agente Topolsky, una última cosa" se dio la vuelta y se puso frente a él. "Escribiré lo que piense, no me importa a quién pueda escocerle."
"Esto te traerá problemas" la voz de Topolsky sonaba más a consejo paternal que a amenaza.
"Probablemente" dijo Nathan saliendo de la sala de interrogatorios.
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