El bueno de Jack ''el obrero'' estaba cenando con su familia. Una familia normal por aquellos lares, pero que 500 kilómetros más allá les hubieran considerado para ser usado para alimentar las llamas de la pira de la plaza. Es que más allá eran un poco pasionales. La familia constaba de cuatro miembros y medio, tal y como establecían las estadísticas. ''Si el estado lo dice será por algo'', decía siempre el bueno de Jack ''el obrero''. Así que a su segundo hijo lo partió por la mitad. Pero lo hizo cuando era pequeño, como con los agujeros de las orejas, para que no recordara el dolor. Los otros dos hijos de Jack estaban enteros, era una chica casi mujer, a la cual ya sólo le faltaba por convertir algunos órganos en mujer-órganos. No había realmente mucha diferencia, pero si alguna relacionada con secreciones. El otro hijo era un niño lagarto de esos con lenguas rápidas y pegajosas que a saber que hacía tanto tiempo encerrado en su habitación. El que sólo era medio hermano (por lo de faltarle medio cuerpo, no por tener diferente madre) ese era... no se como decirlo: mmm... rubio.
La madre era una sacrificada mujer que trabajaba en las minas de sal por sueldo mísero en especias. Principalmente orégano. Así que todo lo que se cocinaba en esa casa tenía sabor a pizza, que es el sabor del orégano, al menos para mí y como tu opinión no importa ya que cuando leas esto ya la habré escrito, pues a mi me sabe a eso.
Jack era un hombre de mediana edad que trabajaba de obrero y del que todo el mundo se aprovechaba -de ahí el nombre-.
El bueno de Jack ''el obrero'', en la cena antes mencionada y no descrita (una mesas unas sillas y la gente que estado describiendo) preguntó a su hija que como le había ido el día.
-¿Como te ha ido el día?
-Psss...
-¿No tenías un examen de matemáticas?-preguntó la madre que lo sabía porque había activado el GPS integrado en el cerebro de su hija implantado el mismo día que nació y había visto que había estado en la clase donde hacías los exámenes de matemáticas, que dicho sea de paso, como había tan pocos alumnos y tantas aulas, cambiaban de aulas con cualquier excusa
-Si...-contestó esta desganada mientras jugaba con su pescado medio-muerto medio-vivo que saltaba alegremente (bueno, agonizantemente, pero parecía feliz) en su plato.
-¿Y bien? ¿Cómo te ha ido?
-Era bastante difícil. La profesora pensaba números y tenías que adivinarlos.
-¿Y adivinaste muchos?
-No, pero como uno de mis compañeros me estaba chinchando chillé que era un comunista y se lo llevó la patrulla anticomunistas.
-Así aprenderá, por comunista- dijo el padre, el cual había estado enfrascado en encontrar la carne en el montón de orégano que tenía su plato.- Por comunista y disidente. Hace ya mucho que se decidió que no habría comunistas. Todos esos sistemas antiguos están pasados de moda, como los ecologistas y los capitalistas. Y...
-Para ya papá- dijo el hijo menor, el medio hijo (medio porque le faltaba la mitad del cuerpo, no porque fuera... bueno lo que sea)- Siempre contando las mismas batallitas.
-Calla o te echaré de comer a los morloks, y están hambrientos, te lo aseguro, porque dijiste que te encargarías de ellos y ya ni buscas gatos para ellos.
-Es que no me gusta el ruido que hacen cuando se los comen!
-Haberlo pensando antes de traerlos a casa. Tuvimos que comprar alambradas electrificadas y todo porque ''¿Nos los podemos quedar? Cuidaré un montón de ellos.'' Matarlos, eso debería hacer. de hecho, los voy a matar ahora mismo.
La madre cogió el arma estatal, puesta en todas las casa por el Estado para que los ciudadanos pudieran defenderse a sí mismos, quitando los intermediarios y defendiendo así cada un trocito de país. Como estrategia defensiva era brillante. Salió al jardín y allí estaban los morloks, subhumanos que vivían en las alcantarillas pero que en ocasiones eran acogidos por gente de la superficie, claramente para sentirse superiores. Disparó no una, ni dos, sino las 30 balas del cargador contra cada uno de los morloks. Luego volvío a la mesa.
-Jo mamá, eres una aguafiestas- se quejó triste el niño.
Bueno, he escrito o más bien vomitado (y no me imaginéis vomitando sobre la pantalla letras y palabras) esta historia teniendo en mente un mensaje, una moraleja:
1 comentario:
La vida no basta.
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