Imagino una casa con suelo de madera, los marcos de las ventanas son blancos. Está hecha de piedra y tiene un pequeño jardín detrás. No es muy grande, lo justo para que quepa lo que tengo y pueda mirar las nubes cuando me siento en el sofá del salón.
En el jardín hay un árbol al que he visto crecer. Y flores silvestres. En verano saco una silla y leo descalzo, con los pies en la hierba. Por las mañanas se oye a los pájaros piar.
Aunque nunca vaya a vivir en una casa así, siempre habrá un lugar como ese dentro de mí.
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