Últimamente me estoy cansando de viajar. De Renfe y Auto Res, de Madrid y su tráfico. Me siento en asientos que son demasiado pequeños para mi. Los cambios de temperatura me resfrían. Las prisas y el estrés me destrozan. Espero en estaciones extrañas donde hay, cómo no, gente extraña. Las cosas a las que me suelo aferrar en los días normales no están. El traqueteo del tren siempre es el mismo y las orejas me duelen después de llevar los auriculares durante horas. 16 gb de música no son suficiente para tantas horas. Viajo desconectado durante horas.
Esta vez me he quedado desconectado, simplemente esperando a que llegue el momento. Momento que llegará con nerviosismo y secretismo, aunque me pregunto quién lo sabe.
Últimamente sólo quiero sentarme frente al mar, en algún lugar bonito, y quedarme ahí, sin más, hasta fundirme con las rocas de la costa y ser parte de ellas.
Avisadme cuando se haya desarrollado el teletrasporte, el cuál por cierto, hará los viajes más rápidos, pero no instantáneos.
Y por cierto, una estúpida en el autobus, sentada a mi lado, dijo que los dos primeros capítulos de la sexta temporada de Perdidos eran decepcionantes y una mierda. No querida, lo que pasa es que tienes un cerebro demasiado pequeño para comprenderlos. Aunque tiene mérito que hayas conseguido escapar de la jaula de los monos del zoo, así que por eso, no te insultaré más.
Pero siempre estaré viajando.
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