sábado, 27 de febrero de 2010

Granulomas, que sois unos granulomas

El viento golpeaba los gruesos muros de la fortaleza. La fortaleza había sido construido siglos atrás por el miedo de aquella época a los desbordamientos de los ríos y a las ratas. Después se utilizó cuando lo del miedo a los extraños. Mucho más tarde por el miedo a la lluvia. Hoy los ciudadanos ocupaban la fortaleza, apiñados cual granulomas inflamatorios no resueltos, por el miedo al viento.
Pero el problema estaba en ellos, no en el exterior. Y ellos eran los quistes de un planeta que intentaba quitárselos de encima, pero como buenos seres parásitos, los humanos continuaban allí, como la tuberculosis.

martes, 23 de febrero de 2010

Creo que esto no tiene título definido

Escribí esto originalmente el 31 de agosto de 2005, a las 0:27. Lo rescato entre los muertos porque siempre ha sido uno de mis favoritos.

''Un tío con un walky-talky corriendo por la calle. De pronto se para, habla por el walky y sigue corriendo. Se choca contra un chaval y solo le preocupa que la cabeza del crío le golpeo en la cadera antes de que el niño cayese pesadamente sobre las baldosas, probablemente haciéndose una brecha en la frente. ¡Hijo de tu puta madre! Se oye gritar a lo lejos, su padre o algún tío que pasaba por allí. Sigue corriendo muchacho. Pero fíjate en quien te sigue. Y cuando se volvió para verlo, sin parar de correr, su cuerpo impactó contra una farola. Pero eso no fue lo peor, ya que un coche le atropelló después. Pero eso no fue lo peor, porque una maceta le cayó encima, y era una maceta lo suficientemente grande como para pillarle las piernas. Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue ver como el mismo niño al que había empujado y aun sangrando, aprovechándose de la situación, le sisaba el walky.''
-Supongo que podéis aprender algo de esto, niños.
-Señor indigente, nos da miedo y está empezando a oscurecer. Los lobos bajan de las montañas hambrientos de carne humana.
-Eso es una patraña. Os quedareis aquí hasta que hayáis aprendido algo sobre la historia del loco del walky.
-De acuerdo señor, no nos deja otra alternativa. Hemos intentado parlamentar con usted y ha pasado de nosotros. Así que, con estas palabras, nos vamos.
Y se fueron.
No sin antes haber intentado volar y levitar, cosa que, evidentemente, consiguieron. Puesto que el pobre indigente no sabía usar las alas de su corazón para volar, no les pudo seguir y así escaparon. Y el Señor Indigente, pues ese era su autentico nombre (un antiguo y poco agraciado apellido) se quedó solo en la plaza. Pero no por mucho tiempo, pronto llegaron los lobos, las palomas y seguidamente una especie de rata, sólo que de metro y medio de largo, que hicieron que el hombre se sintiese útil por una vez en su vida, ya que les sirvió de comida al grupo de vertebrados. Se dice, no sin cierta controversia (ya que algunos médicos lo niegan rotundamente) que el hombre rió toda la noche, hasta que una rata se comió sus dientes.
No creo que sea una gran historia. Ni siquiera es buena. ¡Pero venga ya! ¡Si ni siquiera tiene sentido! Pero es lo que produce mi mente y podemos aprender una lección de todo esto ¿no? La lección es: nunca te fíes de nadie. Y sobre todo, tienes que tener en cuenta siempre que vayas a un restaurante, que escupen en la comida. Es una especie de secreto que tienen entre ellos. Lo negarán, te pegarán incluso para demostrar que estas equivocado. Pero no te dejes engañar. Es tan cierto como que los cirujanos firman dentro de los pacientes. Lo negarán e incluso te cortaran con sus bisturíes para demostrar que estas equivocado, pero no te dejes engañar, están todos locos. ¿No has vivido esto antes? Yo al menos si. Tengo ganas de algo, pero aun no se de que.
Es como una de esas cajas que intentas aplastar y no puedes porque están muy pegadas. ¡Yo no quería hacerlo agente! ¡Esa cosa me obligó! Y señalas una especie de pegote de algo gelatinoso que a la luz de la noche naranja parece negarlo todo agitándose de derecha a izquierda. Pero no puede ser, eso solo es gelatina negra. ¡Eso es lo que quiere que crea agente! Pero en realidad es la masa negra, venida del espacio exterior para aniquilarnos. Para hacerte callar, el policía vacía su cargador sobre ti. Con las pocas fuerzas que te quedan le gritas que evite ponerse la gelatina negra cerca de orificios corporales, ya que es así como entra dentro de la gente y les obliga a cometer actos aparentemente inofensivos, como vaciar sprays, pero que acabaran por destruirnos a todos. ¡Alejesé! Da igual que gritase. El policía ya se había metido la gelatina por la nariz. Menos mal que en aquel momento un rayo le alcanzó. ¿O fue a mi? Ya no lo recuerdo todo esta... tan borroso. El rayo... la luz... el trueno... un gatete caminaba por la calle... el ruido... la electrocución. Todo me hizo acordarme de cuando me condenaron a la silla eléctrica. O lo que ellos llamaban silla eléctrica, que no era más que una silla de hierro en el tejado de la prisión, donde se dejaba a los condenados hasta que un rayo les cayera en la próxima tormenta. Eran ecologistas y gastaban el mínimo de energía posible. Realmente no me parecía mal, pero cuando llevaba dos meses en esa maldita silla pensé que tal vez era mejor chupar enchufes. Que feliz fui el día que instalaron la vara. La vara era una vara de hierro de unos tres metros, que estaba soldada a la silla y que hacía que mis posibilidades de morir electrocutado durante una tormenta aumentaran. Pero lo único que pasó es que los pájaros se posaban allí y me defecaban encima. ¿Os acordáis de cuando había pájaros?
Pero claro vosotros sois todavía demasiado jóvenes. Habrá otros tiempos en los que los mamíferos se aliaran contra las aves y las destruirán por completo. Será una guerra cruenta, en la cual las ratas lucharan contra las palomas, los tigres contra los loros y los humanos contra los gorriones. Los insectos se mantuvieron al margen, por lo que se les consideró civiles, y por tanto todo el mundo se ensañó con ellos. Recuerdo los saltamontes. De pequeño me hice amigo de uno. Se llamaba Señor Saltamontes, Señor S para los amigos. Me caía muy bien. Y yo a él. Hasta el día en el que me lo comí. Estaba bastante bien. Me gusto decir: Señor S, es un placer devorarle. Pero creo que estoy desvariando un poco. Será mejor que os deje ir muchachos. No vaya a ser que los lobos os coman las piernas. Id con vuestras madres antes de que os remplacen por muñecos de trapo, antes de que vuestro padre juegue con las plantas y vuestros primos tiren huevos a los viandantes. No quiero retrasaros, pero recordad: solo hay dos tipos de peatones a este lado de Europa, el rápido y el muerto.

domingo, 21 de febrero de 2010

La carretera

Había sido un día difícil para Jack. Su trabajo -que consistía principalmente en retirar los animales muertos en de la carretera- iba cada vez en aumento día a día, pues las políticas verdes instauradas últimamente habían hecho que los animales se reprodujeran por doquier como intentando recuperar lo que una vez fue suyo. Sin embargo, esas políticas verdes no habían sido correctamente llevadas a cabo; la cadena alimenticia no se había establecido, por lo que ciertos animalillos, el escalafón más bajo de la pirámide alimentaria, parecían crecer como si por mitosis se reprodujeran. Así, las carreteras eran asaltadas por las alimañas, que siempre intentaban cruzar al otro lado mientras los conductores lo habían tomado como un juego. Las compañías de automóviles habían instalado contadores de atropellos en sus modelos, perfectos para mostrar con orgullo sus cifras a los vecinos y compañeros de trabajo.
Claro que nadie se daba cuenta de que Jack, con una pala y una camioneta, tenía que ir por los arcenes despegando a los bichos del suelo y poniéndolos en la parte trasera. El olor atraía a su vez a aves carroñeras que solían volar en círculos por la zona. Pero Jack no tenía de qué preocuparse, pues otro de sus compañeros tenía el trabajo de abatir a dichas aves y luego recogerlas y ponerlas en la parte de atrás de una camioneta.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Fisiopatología de una herida

En una herida, se produce el dolor, el sangrado, la coagulación, la inflamación, la pérdida de funcionalidad y finalmente la reparación, normalmente a expensas de crear una cicatriz permanente. La pérdida de funcionalidad puede ser también para siempre.
En un primer momento, el agente causante de la herida provoca la rotura de la piel, estructura hasta el momento casi inexpugnable. Por la solución de continuidad de la piel se produce el dolor. El dolor es la alerta de nuestro cuerpo. A veces no, a veces sólo duele, sin más, sin significado. Eso es dolor patológico.
La rotura de los vasos sanguíneos hace que la sangre salga de su contenedor habitual. No se puede perder demasiada sangre. Los sangrados continuos provocan patologías graves. La sangre se coagula para evitarlo.
La inflamación es una defensa ante la agresión externa. Muchas veces resulta más perjudicial que beneficiosa. La pérdida de función ocurre bien por el propio daño en la zona afectada, bien por el dolor asociado.
Si todo ha ido más o menos bien, llegará la reparación. Esta puede ser total, sin vestigios de la herida, o lo más habitual: una reparación parcial, que deja una cicatriz que nunca desaparecerá. Y con esa cicatriz en ocasiones queda una falta de funcionalidad asociada. En los peores casos, el dolor también permanece.

sábado, 6 de febrero de 2010

Viajar

Últimamente me estoy cansando de viajar. De Renfe y Auto Res, de Madrid y su tráfico. Me siento en asientos que son demasiado pequeños para mi. Los cambios de temperatura me resfrían. Las prisas y el estrés me destrozan. Espero en estaciones extrañas donde hay, cómo no, gente extraña. Las cosas a las que me suelo aferrar en los días normales no están. El traqueteo del tren siempre es el mismo y las orejas me duelen después de llevar los auriculares durante horas. 16 gb de música no son suficiente para tantas horas. Viajo desconectado durante horas.
Esta vez me he quedado desconectado, simplemente esperando a que llegue el momento. Momento que llegará con nerviosismo y secretismo, aunque me pregunto quién lo sabe.
Últimamente sólo quiero sentarme frente al mar, en algún lugar bonito, y quedarme ahí, sin más, hasta fundirme con las rocas de la costa y ser parte de ellas.
Avisadme cuando se haya desarrollado el teletrasporte, el cuál por cierto, hará los viajes más rápidos, pero no instantáneos.
Y por cierto, una estúpida en el autobus, sentada a mi lado, dijo que los dos primeros capítulos de la sexta temporada de Perdidos eran decepcionantes y una mierda. No querida, lo que pasa es que tienes un cerebro demasiado pequeño para comprenderlos. Aunque tiene mérito que hayas conseguido escapar de la jaula de los monos del zoo, así que por eso, no te insultaré más.

Pero siempre estaré viajando.