miércoles, 17 de agosto de 2011

Jodidos antibióticos

No, no me se los jodidos antibióticos. No lo dije de esa manera, pero lo pensé. Si mi vida es como el Show de Truman les acabo de ahorrar un pitido. De nada.
Corro a ciegas hacia delante, esperando no chocarme con nada en la más absoluta oscuridad (¿O obscuridad?), esperando que al final, cuando me quite la venda de los ojos esté en un lugar mejor, o algo similar. No espero llegar al Mobile World Congress del brazo de Scarlett Johansson, pero si espero estar en un lugar mejor, uno más aconchado, menos anguloso. Supongo que pedir un universo con lineas menos rectas y más curvadas en donde los ángulos de un triángulo no suman 180º es pedir demasiado.

Me vale con no necesitar una reconstrucción facial cuando todo acabe. Tal vez sea el momento de volver a mi plan de ser un médico mercenario e ir a África a ser el médico personal de algún cruel dictador que me deje llevar a cabo mis experimentos. Dijeron que un ser mitad humano mitad hamster no funcionaría, pero yo les haré ver que están equivocados. O mitad chinchilla. Le podría enseñar a hacer trucos. O a conducir y me podría hacer de chófer. Ya me imagino en alguna aldea de África con una ranchera Toyota de esas que llevan una metralleta en la parte de atrás en la que habría hecho hueco para un sillón orejero al lado de la susodicha ametralladora mientras un ser mitad hombre mitad chinchilla al volante me lleva de un sitio a otro a cambio de... ¿Qué comen las chinchillas? ¿Fruta?

Sea como sea, cuando esto termine pienso llevar el carné o lo que sea que me den después de todo, incluso el título si hace falta, a todas partes, enseñándolo por ahí para que me cuelen en el cine y me dejen cambiarme de asiento en el tren al que yo decida.

Un hombre puede soñar.

viernes, 12 de agosto de 2011

El charco de la tranquilidad

Una rata pasó corriendo por el cable de la electricidad. Probablemente iba a una de esas fiestas de alimañas nocturnas con alcohol, drogas, anticoagulantes y música techno que están tan de moda entre esos roedores. Bah, a mí me da igual, no necesito que se me licuen los órganos para ser feliz. Total, se me licuarán tarde o temprano. Menos mal que tengo la piel para evitar esas molestas pérdidas de fluidos.
A mi me vale con lo que tengo: una montaña de papeles y otra de archivos en pdf. Estoy en ese momento mitad digital mitad analógico, sin llegar a despegarme de ninguno de los dos, pero siempre repudiando al otro.
Es principalmente una cuestión de honor. Y dinero. Y futuro. Pero sobre todo de honor. Aunque lo otro no me vendría mal, pero en pocas cantidades. No quiero un puchero de futuro y no saber ni dónde ni cuándo estoy.
El sufrimiento hace tiempo que no existe para mí. No al menos el sufrimiento usual, el que se dice "pasarlo mal". Del que hace que la gente te diga "Que putada tío" mientras ponen su mano condescendiente sobre tu hombro.
Es sólo una cuestión de deber. De deber y honor. Yo conocía a unos que tenían ese lema: "Deber y Honor" y luego mandaban a millones a morir por cualquier cosa. En plan: saben demasiado, aunque no sepan ni dónde están ni quiénes somos nosotros.
Yo debería saber demasiado. A mi no podrían pillarme, no estoy en su mismo universo ficticio.

viernes, 5 de agosto de 2011

False Flags

Unos deciden quién va a pagar y cuánto van a pagar, mientras otros chocan contra el muro de humo que les ponen delante. Gritan y patalean, para nada.
Finanzas internacionales, políticas y democracias nacionales.
En definitiva banderas falsas.