viernes, 12 de agosto de 2011

El charco de la tranquilidad

Una rata pasó corriendo por el cable de la electricidad. Probablemente iba a una de esas fiestas de alimañas nocturnas con alcohol, drogas, anticoagulantes y música techno que están tan de moda entre esos roedores. Bah, a mí me da igual, no necesito que se me licuen los órganos para ser feliz. Total, se me licuarán tarde o temprano. Menos mal que tengo la piel para evitar esas molestas pérdidas de fluidos.
A mi me vale con lo que tengo: una montaña de papeles y otra de archivos en pdf. Estoy en ese momento mitad digital mitad analógico, sin llegar a despegarme de ninguno de los dos, pero siempre repudiando al otro.
Es principalmente una cuestión de honor. Y dinero. Y futuro. Pero sobre todo de honor. Aunque lo otro no me vendría mal, pero en pocas cantidades. No quiero un puchero de futuro y no saber ni dónde ni cuándo estoy.
El sufrimiento hace tiempo que no existe para mí. No al menos el sufrimiento usual, el que se dice "pasarlo mal". Del que hace que la gente te diga "Que putada tío" mientras ponen su mano condescendiente sobre tu hombro.
Es sólo una cuestión de deber. De deber y honor. Yo conocía a unos que tenían ese lema: "Deber y Honor" y luego mandaban a millones a morir por cualquier cosa. En plan: saben demasiado, aunque no sepan ni dónde están ni quiénes somos nosotros.
Yo debería saber demasiado. A mi no podrían pillarme, no estoy en su mismo universo ficticio.

1 comentario:

Lady_sai dijo...

Hace mucho que no oía a nadie hablar de honor. De hecho, solían reírse de mí cuando lo hacía. Menos mal que ese sentir del honor y el deber existe todavía en alguna parte.