Es una habitación sin ventanas, donde nunca se sabe si es de día o de noche. Y donde la gente, tarde o temprano, muere. Los que tienen suerte pueden irse a morir a casa, y los que tienen, hasta rodeados de familiares.
Ahogados en sí mismos, confusos y desorientados, somos lo último que ven, aunque a veces ni nos vean.
Dedicado a J. y a los otros que estén por llegar.
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