Sam estaba congelado, mirando con horror aquel móvil. Podía sentirlo en la mano, sus latidos, su superficie suave y cálida.
Unos golpes autoritarios contra la puerta hicieron temblar todo su apartamento.
-¡Samuel Sinul! Somos de Necron Corporation, queremos hablar con usted.
Sam intentó reaccionar lo más rápido que pudo, metió el móvil en el primer cajón que tenía a mano y se dispuso a abrir la puerta. Se encontró con dos tipos gigantescos, con claros signos de cráneos poco desarrollados- a Sam le encantaba fijarse en el aspecto de la gente para determinar su inteligencia- sensación aumentada por los trajes oscuros que vestían.
-Buenas días, Sr. Sinul, discúlpenos la intromisión, pero nuestra empresa desea conocer los avances en la localización del dispositivo robado. Es de gran valor y...
-La investigación policial continúa- le interrumpió Sam en tono neutro, burocrático, funcionarial- serán informados cuando sea necesario y haya algo que informar.
-De acuerdo, Sr. Sinul, perdone las molestias.
Sam cerró la puerta y esperó a oírles coger el ascensor para abrir el cajón. En el dispositivo se mostraba: “Huye, saben que me tienes, volverán en veinte minutos”. Sam lo miró extrañado “¿Pero que es esta cosa, por qué parece que me habla y más preocupante aún, por qué parece querer ayudarme?”
El móvil añadió a su anterior frase: “Tienes poco tiempo, es hora de irse”
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