Mi madre abrió la caja de cereales.
-Parece que hoy sólo te ha tocado un premio- esos "premios" eran los blatodeos que a la empresa empaquetadora, por pura pereza dejaban entrar en las cajas y es que el señor que se tenía que encargar de eso pasaba mucho tiempo mirando páginas de esas en el ordenador, lo cual se estaba convirtiendo en una obsesión que estaba acabando con su matrimonio y con la educación de sus hijos, pero no es de eso de lo que veníamos a hablar, que empezamos con una anécdota y acabamos metiéndonos en la horrible vida de este pobre hombre-.
Miré la cucaracha que correteaba como loca (tal vez lo estaba ¿puede un insecto así de simple volverse loco?) sin mucha ilusión. Yo ya había crecido, mi infancia ya había pasado hacía tiempo y ese tipo de cosas ya no eran tan especiales como antes. Sin embargo, miré la expresión ansiosa de mi querida madre y no pude más que llevarme a la boca Pancracia, pues en esos pocos segundos ya le había puesto nombre al insecto.
Estaba crujiente, como los cereales.
1 comentario:
y a qué sabe?
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