Un chico de unos 20 años, sin salida, sin futuro. Se metió en el único lugar que le admitía. Confió en los que se dice que son de confianza, llenos de mentiras y con las manos llenas de sangre.
Le enviaron lejos de casa, lejos de las fábricas cerradas y padres alcohólicos, orgulloso de su gran nación, una nación libre y democrática.
Allí estaba él, escondido tras una trinchera, aferrándose a su fusil, rezando por no morir.
A su alrededor se desató la destrucción. Y el se encogió en su agujero. Sus compañeros morían, los mismos con los que comentó ayer qué pensaban hacer cuando volvieran.
“¡No pueden dejarme morir!” “¡No pueden dejarme morir aquí!” pensó “No pueden dejarme morir en mitad de la nada, sólo por dinero”
Ahora está calmado, tumbado. Sus ojos miran las nubes. Una suave brisa agita un árbol cercano.
Mientras sangran sus dos heridas de bala, el general dormita en su despacho y una chica, muy lejos de allí, aun no sabe que ama a un muerto.
En un bolsillo, el chico tiene una nota en donde hay una cita de Eduard Munch que dice:
“De mi cuerpo descompuesto crecerán flores y yo estaré en ellas. Eso es eternidad”
2 comentarios:
Absolutamente brillante, además de romántico y frenético, con un final mas que digno de una idea tan bien expresada.
De lo mejor que te he leido, y te he leido cosas muy buenas.
Que grande Munch, tan oportuno como siempre jeje.
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