Siempre estoy falto de sueño. Sueño como proceso biológico, claro. Del otro tengo de sobra. Cuanto más sueño me falta, más pensamientos extraños se agolpan en mi cabeza, como si fueran pequeñas partículas de carbón golpeando una superficie metálica, lisa, con remaches aquí y allá. La vida la componen las cosas pequeñas, diminutas, que forman un gran todo en el que no me va lo bien que querría. Tal vez el problema son mis expectativas. Querer ver una nebulosa con mis propios ojos. Ver el polvo espacial brillar a la luz de mil soles. Descubrir algo genuinamente nuevo, que nadie antes supiera. Acostarme por la noche sin tener la sensación de que mis días sólo valen las 7 horas del hospital. Poder decirle a alguien como me siento realmente y que no piense que soy un dramático. Ah, es que soy un dramático! Me falta la conversación en verso.
¿Es pedir tanto?
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