Cansado, prácticamente exhausto, apretó el botón del megáfono.
- Yersinio Sanchez, pase a la consulta siete.
Unos segundos después apareció por la puerta de la susodicha consulta un señor de unos 70 y tantos años -que él sabía que tenía 73 porque tenía delante su historial médico, pero si no, como nosotros, habría dicho que rondaba los 70, porque Yersinio era de esas personas que aparentan su edad, no como otras que son sumamente engañosas- con una jovialidad que contrastaba con la hora de la noche -las dos y media de la madrugada- y con el cansancio del joven médico.
Yersinio pensó que el médico debía rondar los veintitantos a lo sumo, claro que Yersinio siempre tiraba a la baja la edad de la gente en puestos de responsabilidad; era un señor al que le agradaba que esa clase de puestos -médico, abogado, político...- estuvieran ocupados por gente con canas, unas cuantas arrugas y exceso de grasa abdominal, aunque no lo sabía de forma consciente.
El médico comenzó con sus palabras habituales, su rutina con todos los pacientes:
- Sientese, por favor, Yersinio -y esperaba a que tomara asiento. Una vez ahí, pasaba a la siguiente frase automática.- Dígame ¿Que le ocurre?
Ese era un momento crítico, el médico lo sabía por experiencia; si el paciente iba directo al problema, todo iría bien, suave y preciso. Si por el contrario el paciente empezaba su relato refiriéndose a operaciones quirúrgicas, ingresos hospitalarios o visitas a urgencias datados de varios lustros atrás, la cosa no iba a ser tan fluida y por supuesto nada de coser y cantar -aunque tanto al médico como para mí, eso de coser y cantar no suena nada fácil teniendo en cuenta el nulo entrenamiento que poseemos en ambos campos-.
- Pues mire doctor -dijo Yersinio mientras rebuscaba en la carpeta que había traído, repleta de papeles viejos, algunos doblados, otros del revés- en el 92 me operó aquí el doctor Ramírez, no se si lo conocerá...
El largo y a veces tedioso camino de la anamnesis se acababa de hacer más largo, irregular, tortuoso e intrincado. El médico pensaba en ello mientras sonreía y negaba con la cabeza conocer a un tipo que seguramente se jubiló años antes de que el entrara en la facultad. Iba a ser una noche muy larga, una vez más.
1 comentario:
Haz como yo: descolocarles y empezarles preguntando a todos por las alergias medicamentosas. Luego ya no saben qué decir...
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