He estado mirando entre escritos antiguos, trozos de Word guardados en una carpeta en la que hacía mucho, mucho tiempo que no entraba. Me gustan esos recuerdos que como pisadas en la nieve nos dicen de donde venimos y que permiten a otros entender por qué estamos donde estamos.
Hay recuerdos de los que estoy orgulloso, que me enternecen, que me hacen revivir esos sentimientos tan intensos y otros que querría borrar, con los que cargo a veces.
Como la niña del relato anterior, que es el bagaje emocional del personaje y le impide avanzar, le hace vivir una y otra vez en un pasado que fue, pero ya no es.
Estoy tomando medidas. Eso suena muy fuerte. Estoy teniendo cuidado. Eso suena mejor. Estoy teniendo cuidado de no volver a llevarme cosas que me desagradan, a saber: culpas, remordimientos, miedos, reproches, arrepentimientos, odios... y esa sensación de ser un monstruo, de ser un rey Midas que convierte todo lo que toca en ceniza. Pero no lo estoy haciendo tirando esos recuerdos y viviendo la vida como un psicópata, no. Estoy intentando hacer las cosas bien.
Quién me ha visto y quién me ve. Debo tener un parásito cerebral o similar. O tal vez es todo una ilusión y cuando dentro de 8 años lea esto, piense lo mismo que he pensado hoy.
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