Los faros iluminando el asfalto a unos pocos metros de mí. Delante, sólo el brillo suave de las señales reflectantes, pocas y dispersas. A mi alrededor la oscuridad más inmensa. Dentro de mí pensaba que el único sitio en el que me encuentro a gusto de verdad es la carretera. Una carretera eterna que no se repite nunca, que siempre cambia, un cielo nocturno que me ofrece todas sus estrellas o que me mira con sombrías nubes que nada reflejan.
Parado en mitad de ningún sitio, en la nada, en el limbo entre lugares que la gente sí recuerda, con la puerta abierta, sentado en el asiento del conductor, comiendo y bebiendo algo para despejarme y seguir con los kilómetros y kilómetros que me separan de un destino al que no quiero llegar. He llegado a disfrutar tanto del camino que me desagrada el destino, o así al menos es como me gusta verlo. Porque la otra manera de verlo es reconocer que tal vez me guste huir, y que por eso me siento tan bien en la carretera, lejos de todos y de todo, lejos de la responsabilidad y del tener que pensar o decidir. Sólo hay que seguir la autovía, sin cuestionarla, sin pedirle cuentas, sin hacer preguntas incómodas. “¿Qué hay más allá?” podría preguntarle. “Más asfalto” me respondería. Y me parecería bien. ¿Cómo no va a parecerme bien? Simplemente sigue, acelera, frena, gira, otras horas más de viaje, de coche y de cafeína. Pero al final, siempre, llego al destino. Un momento abrupto, disruptivo. De pronto apagas el motor y todo se termina. Sales del coche y lo dejas atrás como si no te importara. Pero no es cierto, echas una mirada atrás, añorando los momentos en los que estuviste con él ahí fuera, en la carretera.
En donde menos solo me siento es en donde más solo estoy.
martes, 5 de noviembre de 2013
domingo, 15 de septiembre de 2013
España es Cataluña
En el título he invertido la frase habitual que se suele decir a los independentistas. Y lo he hecho de forma consciente, porque creo que representa mucho mejor lo que es este país. Y es que si Cataluña se independizara, a lo que quedara no se le podría llamar España, porque no lo sería. Sería otra cosa, un nuevo ente. Porque España no se entiende sin Cataluña.
Y es que tenemos esa suerte. La suerte de ser un mosaico, un mezcla rica de cultura, historia, idiomas y puntos de vista. España no es un región, ni una zona ni un llano en el que todo es siempre igual, no es una piel de toro. Es un rosetón.
Este país tiene muchas cosas feas y muchas cosas malas. Pero para unas cuantas buenas que tiene, no lo jodamos. Desconfía de todo aquel que intente hacerte ver las cosas que nos diferencian, en lugar de las que nos unen.
España es Barcelona. España es Cádiz. España es Donostia. España es Salamanca. España es el levante y es el Cantábrico. España es pa amb tomàquet con tomates de murcia y aceite de la mancha con una loncha de jamón extremeño. Es la lluvia constante en Santiago y el desierto de Almería. La meseta y la costa. Gran Canaria y Zaragoza.
Todos además tenemos una cosa en común: clase política corrupta.
Y es que tenemos esa suerte. La suerte de ser un mosaico, un mezcla rica de cultura, historia, idiomas y puntos de vista. España no es un región, ni una zona ni un llano en el que todo es siempre igual, no es una piel de toro. Es un rosetón.
Este país tiene muchas cosas feas y muchas cosas malas. Pero para unas cuantas buenas que tiene, no lo jodamos. Desconfía de todo aquel que intente hacerte ver las cosas que nos diferencian, en lugar de las que nos unen.
España es Barcelona. España es Cádiz. España es Donostia. España es Salamanca. España es el levante y es el Cantábrico. España es pa amb tomàquet con tomates de murcia y aceite de la mancha con una loncha de jamón extremeño. Es la lluvia constante en Santiago y el desierto de Almería. La meseta y la costa. Gran Canaria y Zaragoza.
Todos además tenemos una cosa en común: clase política corrupta.
domingo, 18 de agosto de 2013
Plaza de España
Estoy esperando que ocurra algo pero no se el qué.
Como si ese algo le fuera a dar sentido a todo, fuera hacerme avanzar y cada día dejara de ser una repetición del anterior.
Como si ese algo le fuera a dar sentido a todo, fuera hacerme avanzar y cada día dejara de ser una repetición del anterior.
sábado, 20 de julio de 2013
miércoles, 10 de julio de 2013
Noche de tormenta
La lluvia cayendo en grandes gotarrones sobre el suelo caliente.
Una silueta en la oscuridad de una cuesta sin farolas.
Una noche sin estrellas.
Sudor en cada centímetro cuadrado de mi piel.
Un instinto más antiguo que la propia humanidad.
Y el sonido repetitivo de las guitarras eléctricas en mi cabeza.
Una silueta en la oscuridad de una cuesta sin farolas.
Una noche sin estrellas.
Sudor en cada centímetro cuadrado de mi piel.
Un instinto más antiguo que la propia humanidad.
Y el sonido repetitivo de las guitarras eléctricas en mi cabeza.
sábado, 15 de junio de 2013
Escribir por escrbir
Me siento aquí delante simplemente con ganas de escribir algo. Con la sensación de que tengo de dejar salir un vapor a presión dentro de mi cabeza que se materializa en los golpes rítmicos sobre el teclado en el que se apoyan mis manos. No hay un plan, ni un bosquejo, ni siquiera una idea vaga y deforme como la silueta del aceite y el vinagre sobre un plato blanco fabricado por una multinacional sueca. Tras varios intentos fallidos, recordando siempre aquel soneto de Lope de Vega del que he tenido que buscar en Google el nombre, he preferido escribir sobre escribir.
No es algo nuevo en mí. Es una recurso habitual que hago cuando no se ni qué hago aquí. Pero tranquilo, esto nos llevará a alguna parte, y es que ninguna parte es un sitio al fin y al cabo. Como una carretera que termine bruscamente en mitad del desierto. De todas formas, disfruta el camino, que suele ser mejor que el destino. Aprecia las palabras que uso y por qué utilizo esas y no otras. O la composición, o incluso el contraste entre las letras y el fondo. Imagina un río naranja que serpentea a través de la jungla color verde apagado y que parece reptar como si fuera la parte viva de la escena, con un sol amarillo y enorme poniéndose al fondo que me recuerda, como todos los atardeceres, que el tiempo pasa inexorablemente y que estaremos muertos práctica y matemáticamente toda la eternidad.
Ya va saliendo un texto con cierta consistencia, cuerpo, como un tórax humano que se generara por la confluencia de masas de células indiferencias y burbujas de líquidos iónicos, una suerte de magma genésico biológico. Visualiza un Shelby GT500 plateado con dos bandas negras que lo recorren quemando rueda en círculos mientras suena Airbourne y el sol se refleja sobre la cobra del radiador delantero. Una actividad sin sentido, sólo con la función biológica de divertirnos, una parte inherente a muchos seres vivos.
Parece que ya he aliviado bastante la presión. Habrá más, en otra ocasión.
No es algo nuevo en mí. Es una recurso habitual que hago cuando no se ni qué hago aquí. Pero tranquilo, esto nos llevará a alguna parte, y es que ninguna parte es un sitio al fin y al cabo. Como una carretera que termine bruscamente en mitad del desierto. De todas formas, disfruta el camino, que suele ser mejor que el destino. Aprecia las palabras que uso y por qué utilizo esas y no otras. O la composición, o incluso el contraste entre las letras y el fondo. Imagina un río naranja que serpentea a través de la jungla color verde apagado y que parece reptar como si fuera la parte viva de la escena, con un sol amarillo y enorme poniéndose al fondo que me recuerda, como todos los atardeceres, que el tiempo pasa inexorablemente y que estaremos muertos práctica y matemáticamente toda la eternidad.
Ya va saliendo un texto con cierta consistencia, cuerpo, como un tórax humano que se generara por la confluencia de masas de células indiferencias y burbujas de líquidos iónicos, una suerte de magma genésico biológico. Visualiza un Shelby GT500 plateado con dos bandas negras que lo recorren quemando rueda en círculos mientras suena Airbourne y el sol se refleja sobre la cobra del radiador delantero. Una actividad sin sentido, sólo con la función biológica de divertirnos, una parte inherente a muchos seres vivos.
Parece que ya he aliviado bastante la presión. Habrá más, en otra ocasión.
viernes, 5 de abril de 2013
Belleza
A veces me olvido de la belleza a mi alrededor. Suerte que sólo tengo que sentarme a mirar las nubes.
La confesión
Entré en el salón mientras mis padres estaban viendo una aburrida película de sobremesa, esperando encontrarles en un estado de indiferencia y ligera somnolencia.
-Hay algo que quiero deciros- las manos me sudaban mucho, pero no podía secármelas en la ropa, parecería un crío.
-¿Qué pasa hijo?- mi madre me miró asustada. Mi padre parecía más bien curioso.
Me senté en el brazo de una de las butacas y les miré a los ojos, aunque me costó.
-Llevo tiempo queriendo deciros... bueno desde que lo supe, quiero decir, desde que me di cuenta...
Mi madre me estrechó cariñosamente la mano. Continué con un poco más de confianza:
-Papá, mamá, mi color favorito es el naranja.
Se hizo un silencio total. Alguno de los dos debió apagar la televisión cuando entré y no me di cuenta hasta que ese silencio, pesado como miles de toneladas de incomodidad, se posó sobre el salón.
-Pero nosotros siempre pensamos que te gustaba el amarillo...- comenzó mi madre y retiró su mano de la mía. Empezó a llorar con un llanto silencioso. Mi padre se llevó las manos a las sienes y exhaló aire durante un momento.
-¿Hemos hecho algo mal?- me preguntó mi padre.
-No, no es algo malo, yo sólo...
-¿Por qué no te gusta el amarillo?- consiguió decir mi madre entre sollozos.
-Simplemente es así, prefiero el naranja. No es que lo haya elegido, viene de dentro de mí; me gusta el naranja.
Mi padre abrazó a mi madre y así los dejé en el sofá cuando salí de la habitación. Eran los primeros en saberlo, pero casi más duro sería cuando se enteraran en clase y tuviese que aguantar constantemente los chismorreos y bromas sobre que me gustaba el naranja.
-Hay algo que quiero deciros- las manos me sudaban mucho, pero no podía secármelas en la ropa, parecería un crío.
-¿Qué pasa hijo?- mi madre me miró asustada. Mi padre parecía más bien curioso.
Me senté en el brazo de una de las butacas y les miré a los ojos, aunque me costó.
-Llevo tiempo queriendo deciros... bueno desde que lo supe, quiero decir, desde que me di cuenta...
Mi madre me estrechó cariñosamente la mano. Continué con un poco más de confianza:
-Papá, mamá, mi color favorito es el naranja.
Se hizo un silencio total. Alguno de los dos debió apagar la televisión cuando entré y no me di cuenta hasta que ese silencio, pesado como miles de toneladas de incomodidad, se posó sobre el salón.
-Pero nosotros siempre pensamos que te gustaba el amarillo...- comenzó mi madre y retiró su mano de la mía. Empezó a llorar con un llanto silencioso. Mi padre se llevó las manos a las sienes y exhaló aire durante un momento.
-¿Hemos hecho algo mal?- me preguntó mi padre.
-No, no es algo malo, yo sólo...
-¿Por qué no te gusta el amarillo?- consiguió decir mi madre entre sollozos.
-Simplemente es así, prefiero el naranja. No es que lo haya elegido, viene de dentro de mí; me gusta el naranja.
Mi padre abrazó a mi madre y así los dejé en el sofá cuando salí de la habitación. Eran los primeros en saberlo, pero casi más duro sería cuando se enteraran en clase y tuviese que aguantar constantemente los chismorreos y bromas sobre que me gustaba el naranja.
martes, 19 de marzo de 2013
domingo, 10 de marzo de 2013
Silencio
Me he acostumbrado a no tener silencio nunca. O lo llenan otros o lo lleno yo, pero es algo que creo que echo de menos. Y tener un horario normal, con una cantidad de sueño normal. La ausencia de esto último me lleva a soñar mucho. Malos sueños como un niño destrozando a lo Dalí mi nuevo móvil, el cual se curvaba, pero no se rompía. Supongo que habrá sueños buenos, pero ahora no recuerdo ninguno.
La verdad, no se qué más escribir. Hay tantas cosas y tan pocas. Tantas cosas me pasan por la cabeza y tan pocas quiero o valdría la pena poner aquí. Me siento impulsado a escribir cada cierto tiempo, como para no oxidarme, para evitar volverme cada vez más tonto. Como los náufragos que escriben un diario por tener algo que hacer. Podría escribir un diario. Como si estuviera en un barco.
Diario de abordo. Día uno.
He encontrado una foto de un gato que me hace una gracia infinita. Una gracia que va más allá de la comprensión humana. Una gracia inexplicable que activa zonas de mi cerebro desconocidas por mí. Si supiera que zona es, me haría menos gracia, como una parte del cuerpo me duele menos cuando se qué parte me duele en concreto, como el músculo grácil. Al fin y al cabo se supone que el dolor sirve para avisarnos de que algo va mal: pues ya está, ya he tomado nota de que parte exacta me duele, ya puedes parar. El dolor, el frío y el miedo son sólo avisos que, como una notificación en el móvil, puedes leer y seguir a lo tuyo sin más. Cuando me sumergí en el agua estaba tan fría que dejé de sentirme. Volví a la orilla para evitar que el mar me llevara o me congelara.
Ahora puede que estéis pensando que cual es la foto del gato. Aquí está:
Os preguntaría si os hace un gracia inconmensurable, pero ya se la respuesta: un silencio que sólo es roto por la voz de Henriette Sennenvaldt, cantante de Under Byen. Pero eso qué más os da a vosotros, si sólo sois silencio.
La verdad, no se qué más escribir. Hay tantas cosas y tan pocas. Tantas cosas me pasan por la cabeza y tan pocas quiero o valdría la pena poner aquí. Me siento impulsado a escribir cada cierto tiempo, como para no oxidarme, para evitar volverme cada vez más tonto. Como los náufragos que escriben un diario por tener algo que hacer. Podría escribir un diario. Como si estuviera en un barco.
Diario de abordo. Día uno.
He encontrado una foto de un gato que me hace una gracia infinita. Una gracia que va más allá de la comprensión humana. Una gracia inexplicable que activa zonas de mi cerebro desconocidas por mí. Si supiera que zona es, me haría menos gracia, como una parte del cuerpo me duele menos cuando se qué parte me duele en concreto, como el músculo grácil. Al fin y al cabo se supone que el dolor sirve para avisarnos de que algo va mal: pues ya está, ya he tomado nota de que parte exacta me duele, ya puedes parar. El dolor, el frío y el miedo son sólo avisos que, como una notificación en el móvil, puedes leer y seguir a lo tuyo sin más. Cuando me sumergí en el agua estaba tan fría que dejé de sentirme. Volví a la orilla para evitar que el mar me llevara o me congelara.
Ahora puede que estéis pensando que cual es la foto del gato. Aquí está:
Os preguntaría si os hace un gracia inconmensurable, pero ya se la respuesta: un silencio que sólo es roto por la voz de Henriette Sennenvaldt, cantante de Under Byen. Pero eso qué más os da a vosotros, si sólo sois silencio.
jueves, 7 de febrero de 2013
Bajo la piel
Se tiró del trozo de piel que se le había levantado en la pierna, y al hacerlo una tira de un palmo se despegó dejando al descubierto las escamas verdes y brillantes. Sólo por diversión hizo lo mismo en la cara, empezando por la frente y acabando en la garganta. Se miró frente al espejo con sus ojos amarillos y preguntó en voz alta:
-¿Me estoy deshumanizando?
Su propia cuestión le hizo tanta gracia que rió bien alto, con sus dientes puntiagudos, mientras su risa resonaba en el edificio vacío.
-¿Me estoy deshumanizando?
Su propia cuestión le hizo tanta gracia que rió bien alto, con sus dientes puntiagudos, mientras su risa resonaba en el edificio vacío.
viernes, 18 de enero de 2013
lunes, 14 de enero de 2013
La caída
Me siento como si estuviera caminando hacia un precipicio, como si fuera arrastrado por un río hacia una cascada. La gente a mi alrededor me grita que no lo haga, que es una mala idea. Se que es una mala idea, pero no puedo evitarlo. De algún modo, es lo que quiero.
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