Eso decían los Beasty Boys. Pero no es eso por lo que he venido aquí hoy. Lo primero es lo primero, me he horrorizado al descubrir que no escribí nada aquí en un año entero. Cierto que tampoco estoy seguro de que nadie, menos tú, Víctor, leas esto. De vez en cuando entro y te leo, aunque tú también hayas disminuido lo que públicas aquí, pero me consta que sigues escribiendo y sigo queriendo que publiques un libro porque tienes madera para ello y ahora tienes una profesión muy guay para poner en la contraportada y que se vea que no eres un tipo que vive del cuento (no había planeado hacer el juego de palabras, pero me ha quedado bien así que lo voy a dejar).
No sé muy bien por qué había empezado esta defensa de que publiques un libro y me pongas en los agradecimientos, pero la cuestión es que he venido aquí por algo que he escrito en Instagram y me ha gustado y he pensado que me apetece escribir y estoy dudando en si reutilizo lo de Insta ya que no ha quedado mal. Realmente también es un mensaje para alguien, pero no tan directo como lo de Víctor ahí arriba. Lo voy a subir con la foto acompañante y todo, que es de mi flor de Pascua, que está casi casi muerta. Le hice una foto con la Sony A7 II con el Minolta 50mm f1.4, con mucho bokeh porque si, porque me gustan las fotos borrosas.
Voy a intentar que no se muera. No siempre se puede, hay veces que es demasiado tarde o que desde un principio no había nada que hacer. Pero lo voy a intentar, porque soy testarudo, porque me cuesta dejar estar las cosas. Al personaje de Jack en Perdidos le decían que no podía "let it go" (difícil traducción) y siempre me sentí identificado. Es difícil buscar el equilibrio entre aferrarse demasiado y perder oportunidades. Supongo que al final se reduce a cuánto vale la pena aquello por lo que estamos luchando ¿No?