De vez en cuando entro aquí buscando inspiración, pero acabo saliendo con las manos vacías.
Me encuentro en un momento particularmente bueno. He terminado una fase y empiezo una nueva con ilusión y (por el momento) buen pie. Una vez hablé con una persona, con la que ya no me puedo comunicar, de esos momentos de introspección en los que parece que el tiempo se detiene y uno puede reflexionar sobre el universo, la vida o cualquier otro asunto que le venga a la mente.
Recuerdo uno de esos momentos, sentado sobre una valla de Gran Vía de noche, en primavera, soplaba una brisa suave y yo tenía una cámara en la mano.
Ahora soy capaz de sacar momentos así cuando voy al parque; cuando me pierdo entre los árboles y los búnkeres, exhausto y sudando puedo quitarme los auriculares y oír los pájaros piar (¿Cuánto tiempo hacía que no oíais la palabra"piar"?), notar el sol en la piel y la arena bajo los pies.
Ahora soy más feliz, pero sigo necesitando darle trascendencia a mi vida. Será que la anología de la vida como una carretera me parece demasiado determinista.
No está mal para tantos meses de sequía.