domingo, 17 de julio de 2011

Sobre porqué no era Síndrome de Boerhaave

Estoy escribiendo esto porque no quiero estudiar, así que al menos hago algo que tiene que ver con mi carrera y no estoy por ahí viendo a estos pibones.
A lo que iba. Resulta que en un examen de cirugía digestiva (en el cual se habían colado unas preguntas de medicina digestiva, por error /s) había un caso clínico que paso a contar, aunque no me acuerdo de todos los detalles.
Era un señor de cincuenta y tantos que después de una comida copiosa tenía dolor en pecho que se le iba hacia la espalda y creo que nauseas y vómitos (aunque de esto último no estoy muy seguro) y con dificultad para respirar. Como después de tres horas el dolor no se le pasa va a urgencias y allí le hacen una analítica, exploración física y un par de radiografías en donde toda está normal, excepto un derrame pleural derecho y creo que algo de rigidez abdominal.
Yo tengo mi teoría sobre lo que tenía este señor (de la cual no estoy del todo seguro) pero de lo que sí estoy seguro es de lo que no era. Y no era síndrome de Boerhaave, como dicen muchos, porque aunque quede mucho más glamuroso que mi teoría (que es básicamente parásitos repugnantes que vivían en el hígado del pobre señor porque había comido algo sobre lo que un perro había cagado) por más que miro no encuentro casi ninguna razón para pensar que el señor había tenido una rotura esofágica espontánea (¿A que quedaba mejor lo del síndrome de Van Gaal o como se diga que es simplemente eso, gente a la que se le rompe el esófago como si fuera una uña?). Ni enfisema, ni neumomediastino ni ná de ná.
Así que esto es todo, un confuso relato pseudomédico para quejarme sobre algo en lo que creo que tengo razón. Ahora que lo pienso, tal vez el señor tenía un infarto y ni nos dimos cuenta. Eso sería malo, aunque total, para como me salió el examen este de ingresar como adjunto en el servicio de cirugía digestiva...