Me he dado la vuelta, no quiero verlo. Me centro en las cosas que ocurren a mi alrededor, pequeñas, diminutas, del día a día. Como el náufrago que para evitar perder la cabeza sobrevive cada nuevo amacer planeando su siguiente paso sin meditar sobre la muerte a corto-medio plazo ya que le están buscando en las coordenadas equivocadas del Pacífico.
Las cosas ocurren a mi alrededor como si no tuvieran que ver conmigo, aunque sí sea así. Me veo en mitad de un camino rodeado de árboles mientras el viento levanta las hojas secas. La mayoría vuelan lejos de mí y las que me tocan no producen efecto alguno.
De la misma manera, escribir aquí se ha convertido en una manera de hablar a solas, de balbucear más bien, porque tengo la sensación de que cada vez escribo peor. El otro día pasé por una carretera que era exactamente igual a la que imaginé para la entrada de "La nacional". Por muy bien que me sienta físicamente, el ser consciente de que sería incapaz de volver a escribir algo como eso provocó una necrosis masiva dentro de mi cuerpo.
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