Aminoré el paso mientras iba por la calle cuando vi el atardecer al sobrepasar el enorme edificio, mostrándose ante mi. Casi me quedé parado mirándolo. Nadie más parecía verlo. El cielo estaba lleno de pequeñas nubes blancas y grises que se teñían de rojo mientras que el disco solar brillaba apagado tras otra nube en el horizonte. El resto de viandantes pasaba de largo, sin percatarse de ello. Tuve ganas de sentarme y pasar allí el tiempo que quedara de luz, dejando que el espectáculo natural que ocurre todos los días se desarrollara frente a mí.
Me gustan las nubes.
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