lunes, 19 de noviembre de 2012

Sueño cuántico


La fina línea que separaba la realidad del sueño, si es que alguna vez existió, se desvaneció a medida que pasaron los días. El tiempo que pasaba despierto tendía cada vez más a desrealizarse y curvarse. Su vida era un relativo que no estaba anclado a un momento determinado. El sueño era lejano y difícil de recordar, pero más vívido, más auténtico. Las medidas de tiempo eran inútiles allí, pues había segundos que duraban siglos, y días que duraban minutos. No había nada fijo, estable, inamovible, su imperfecta percepción no tenía dónde agarrarse, pero eso sólo importó al principio. A medida que el tiempo se comprimía y expandía su mente se liberó de todos los cabos que le mantenían unido a su antiguo mundo y momento. El espacio-tiempo se curvaba atraído por fuerzas invisibles fusionando lo que era real y lo que lo parecía.
Ya nada era real. Ya nada era un sueño.

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