Se tiró del trozo de piel que se le había levantado en la pierna, y al hacerlo una tira de un palmo se despegó dejando al descubierto las escamas verdes y brillantes. Sólo por diversión hizo lo mismo en la cara, empezando por la frente y acabando en la garganta. Se miró frente al espejo con sus ojos amarillos y preguntó en voz alta:
-¿Me estoy deshumanizando?
Su propia cuestión le hizo tanta gracia que rió bien alto, con sus dientes puntiagudos, mientras su risa resonaba en el edificio vacío.